domingo, 19 de septiembre de 2021

LA BELLEZA DE DUBROVNIK

La entrada en la ciudad de Dubrovnik fue espectacular. Atravesamos la Puerta Pile y caminamos por la Placa Stradum, la calle principal, bordeando edificios nobles de piedra blanca con contraventanas verdes. Estaba considerada Patrimonio de la Humanidad. La belleza de su casco antiguo impresionaba, rodeado por poderosas murallas defensivas y el azul Adriático. Era una fantasía medieval mediterránea. 


Seguimos la Placa Stradum y pasamos por la Columna Orlando, punto de encuentro popular, y la Fuente Onofrio, una fuente circular emblemática, que conservaba 16 máscaras de cuya boca brotaba el agua, construida en 1438 como parte de un sistema de suministro de agua de 12km de recorrido.

El núcleo intramuros estaba restaurado con acierto, y apenas se notaban los daños de los bombardeos de la Guerra de los Balcanes en los años 90. Más adelante veríamos fotos de los estragos de la guerra. Pero las murallas, torres, las plazas y las calles habían recuperado su magnificencia.


Visitamos el Palacio Sponza del s. XIV. La fachada era bonita, con arcos y ventanas gótico-renacentistas. Fue Aduana, Casa de Acuñación, Arsenal y Archivo Estatal. Solo se podía visitar el claustro y las salas de la primera planta. Había una exposición de fotografías antiguas con gente de Dubrovnik en trajes de baño, paseando y bañándose en la playa. 


  

     

                        

Visitamos el Palacio del Rector del s. XV, de estilo gótico-renacentista. El edificio era precioso de fachada con arcos y ventanas góticas. En el interior un claustro de piedra blanquísima con una gran escalinata. Albergaba el Museo de Historia Cultural, que exhibía armas, arcones de madera y hierro forjado, cajas fuertes, botes de cerámica de farmacia antigua, monedas, algún traje, cuadros, salones enormes con mobiliario antiguo, grandes lámparas, piano y relojes…Una visita muy completa, por el edificio en sí y por el museo.





Luego salimos de la Muralla hacia el Puerto. La ciudad se extendía por las laderas verdes de la montaña, entre cipreses y otros árboles. El Puerto tenía mucha vida, con barcos que partían y entraban. Vimos una bonita carabela de madera, con la cruz roja, una especie de cruz de Malta, en la vela mayor. Había muchos bancos desde los que contemplar la Bahía. La gente paseaba, tomaban algo en las terrazas, jugaban a cartas y se bañaban junto a la muralla. Había plataformas de piedra y pequeñas piscinas naturales con escaleras donde darse un chapuzón.




Otro día hicimos el recorrido por la parte alta de las Murallas. Formaban un cinturón continuo con 2km de perímetro, 1,5m de grosor y 25m de altura. Tenían 15 torres fortificadas cuadradas. Se levantaron entre los s. XIII y XIV. Las vistas desde la altura de las murallas eran magníficas: un mosaico de tejados rojos, entre monasterios y torres de iglesias, con el Puerto salpicado de barcos y el azul Adriático de fondo. En algún tramo de la muralla había pequeños bares donde parar a contemplar las vistas.





Rodeamos toda la ciudad de Dubrovnik desde la altura de las murallas. Hicimos innumerables fotos de la Fortaleza Lovrijonac, de las torres, de los tejados. Leímos que los daños de los bombardeos de la Guerra de los Balcanes en la década de los noventa, podían apreciarse en el color de las tejas, las más rojas era nuevas, las antiguas tenían color anaranjado y verdín. Pudimos curiosear los jardines y patios de casas particulares, algunos con ropa tendida.

Al atardecer dimos un paseo en barco por el Adriático, rodeando la Muralla y parte de la isla Cokrum. Era un recorrido panorámico. El barco tenía suelo de vidrio, y vimos el fondo marino con algas y posidonias. Desde el mar las murallas se apreciaban imponentes y se veían de otra forma. Pasamos junto a los torreones y en las rocas se veía gente bañándose, algún kayak y la Carabela de madera con las velas henchidas navegando. Nos acercamos a la Isla Cokrum sin desembarcar. Era una Reserva Natural protegida, exuberante y boscosa con encinas, fresnos, pinos y olivos, y un Monasterio Benedictino. Se veía muy verde. Leímos que tenía pavos reales y 150 especies de aves. Fue un paseo en barco fantástico.







El último día subimos al Teleférico (Cable Car) para contemplar las vistas de la ciudad. Lo construyeron en 2010. Las vistas eran espectaculares. El cinturón de las murallas que rodeaba el casco antiguo tenía forma de herradura o de rodaja de salmón, con el Puerto en un extremo y el Fuerte en el otro. El azul del mar Adriático bordeaba el conjunto de casas y tejadillos rojos. Caminamos por la cima del monte para buscar nuevos ángulos, hicimos cientos de fotos y quedamos maravillados de la belleza de Dubrovnik. 






jueves, 16 de septiembre de 2021

PERAST Y LA COSTA ADRIÁTICA

 

Perast era una villa marinera con 17 elegantes palacios barrocos del s. XVII y 16 iglesias en una única calle principal. Era la mayor atracción de la Bahía de Kotor. La guía de la Lonely Planet decía que parecía “un trocito de Venecia arrastrado por el Adriático hasta la bahía, y rezumaba melancólicos recuerdos de su época de riqueza y poderío”.



El pueblo era precioso con casas de piedra blanca, palacios con balcones con balaustradas y el puerto lleno de pequeñas barcas. Lo primero que hicimos fue ir a los dos lugares más emblemáticos de Perast, las dos islas frente al pueblo. El barco nos llevó hasta Gospa od Skipdja (Nuestra Señora de las Rocas). Era una isla artificial en torno a un escollo, donde se halló una imagen de la Virgen en 1452. En esa fecha todos los años los lugareños llevaban piedras en botes para proseguir la labor. Construyeron una iglesia con la cúpula azul en 1630. 



En el interior tenían pinturas venecianas y estaba repleta de exvotos de plata, ofrendas de marineros agradecidos. Imaginaba brazos y piernas, como en otros lugares, pero eran objetos de todo tipo: platos, candiles, planchas de hierro, llaves,,, La pieza más inusual y famosa era un icono de la Virgen y el Niño bordado por una mujer que empleó sus propios cabellos como hilos en parte del mismo.



La otra isla, Sveti Dorje, era de menor tamaño y surgió de un arrecife natural. Albergaba un Monasterio Benedictino entre cipreses y un cementerio. Los barcos no desembarcaban en ella, la vimos desde cerca con el barco y desde tierra.