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jueves, 20 de febrero de 2003

BUCEO EN CAYO CAULKER


Desde Flores, en Guatemala, cogimos un autobús hacia Belize. Atravesamos la capital, Belmopan, de casas de dos plantas. Luego llegamos a Belize City y desde allí cogimos una barca hasta Cayo Caulker, un trayecto de unos 45 minutos. 

Los Cayos eran islas dentro de la barrera del arrecife. Al llegar a la playa se veían a lo lejos las crestas de espuma y se oía el rugido de las olas. El color del Mar Caribe era muy bonito, alternando franjas de verde y azul turquesa. Nos alojamos en los bungalows de Ignacio, un hippie de la isla. Los bungalows pintados de lila, eran palafitos frente al mar, entre palmeras. Compartimos el bungalow con otro inquilino, una iguana de casi dos palmos. Salía a tomar el sol en los tablones del porche y huía cuando nos acercábamos demasiado.


Las palmeras inclinaban sus troncos hacia el mar. En la playa habían construido varios embarcaderos, ya que la marea baja dificultaba el acceso de las embarcaciones. Nos bañamos junto al muelle principal. Cerca había grupos de pelícanos, bañándose como nosotros en el mar. En primera línea de playa había un cementerio, con las mejores vistas para la eternidad. 

El pueblo de Cayo Caulker estaba formado básicamente por dos calles paralelas. Eran calles de arena, sin pavimentar, y los únicos vehículos eran bicicletas y buggies eléctricos y silenciosos. Había pocos buggies y no molestaban. Unos cuantos bares y restaurantes, algún supermercado y un banco. Algunos hablaban español con acento cubano. Había población negra y bastantes rastafaris con su estilo inconfundible, con las gorras coloridas abultadas por las trenzas.


Al día siguiente contratamos una excursión en el chiringuito de Carlos Ayala, para hacer buceo en el Parque de los Corales. Alquilamos las aletas y las máscaras. Fuimos en una lancha unas doce personas, con Carlos y Oswaldo, un chileno de larga melena que le ayudaba. Hicimos dos inmersiones por la mañana, nos dejaron una hora para comer en Cayo San Pedro, y por la tarde hicimos la última inmersión. 

Nada más sumergirnos vimos grandes tortugas marinas cerca de nosotros. Flotaban ligeras en el agua con su gran caparazón, moviendo la cabeza y las aletas. También vimos varias rayas de color gris oscuro, con su afilada cola y movimientos ondulantes. Casi siempre iban en parejas, una estaba camuflada, semienterrada en la arena blanca del fondo. Tuvimos la suerte de ver una raya águila, tal vez un poco más ancha y con manchas en su piel.




Hubo momentos en que estábamos rodeados de grandes peces que se cruzaban entre nuestras piernas. Vimos peces trompeta alargados, otros amarillos, rayados, azul eléctrico y el pez rainbow, con todos los colores del arco iris. Cerca nadaba un pequeño tiburón con las aletas dorsales, se perdió en el límite del abismo de la barrera de coral. A veces íbamos nadando bordeando el límite de ese abismo, envueltos en ese silencio acústico que siempre nos impresionaba.  Si sacabas la cabeza fuera del agua, oías el rugido de las olas cuando rompían en el arrecife. Hicimos las fotos con una cámara submarina desechable de Fotoprix. Fue un gran snorkel.




Entre los corales vimos corales tubulares como dedos que se movían con la corriente, de color verde claro, corales ramificados (como uno que llamaban “abanico real” de color lila) y los corales con surcos en forma de laberintos. También había plantas acuáticas en el fondo arenoso, las praderas de posidonia submarina


Javier persiguiendo peces azules



Después de la primera inmersión hicimos una parada en Cayo San Pedro. Era la “isla bonita” de la canción de Madonna. Era más grande y urbanizada que Cayo Caulker, con más hoteles, bares y restaurantes. Y bastante más caro. Como lo habíamos leído, llevábamos víveres en la mochila. También vimos pelícanos por allí. Nos tumbamos en el pareo a la sombra de una palmera y contemplamos del mar verdeazulado. 

Regresamos a Cayo Caulker contentos y cansados. Nos duchamos en el bungalow lila y cenamos en “The poorman” pescado al grill con fríjoles y puré de papas con ajito. Al día siguiente partimos hacia Punta Gorda, en el extremo sur, para cruzar de nuevo a Guatemala. Fue una breve incursión en Belize, de un par de días, pero la disfrutamos.









Viaje y fotos realizados en 2003


domingo, 3 de octubre de 1999

EL PARQUE MARINO TUNKU ABDUL RAHMAN

Desde Kota Kinabalu fuimos en barca hasta el Parque Marino Tunku Abdul Rahman. Lucía el sol y el mar y el cielo tenían un azul intenso. En el horizonte se marcaba la silueta de la isla más grande de todas, la isla Gaya. El parque era un archipiélago formado por cinco islas, nosotros fuimos a tres. La primera fue Pulau Sapi. Pulau significaba isla en la lengua bahasa malaya. Era pequeñita y cubierta de vegetación frondosa. Allí pagamos la entrada del parque y estuvimos más de una hora haciendo el primer snorkel.



Vimos corales con forma de laberinto, con forma de dedos con el color más claro en la punta, los que parecían “rosas del desierto”, los verdes en ramificaciones, las estrellas de mar de color azul liloso, los de forma de coliflor, etc. Había peces de todos los colores, formas y tamaños: los cebra con rayas blancas y negras, los payasos rojos con franjas blancas, azul eléctrico con una pincelada amarilla en la cola, amarillos, verdoso, negros con los ojos naranjas fosforescentes…



La segunda isla fue Pulau Mamutik, donde también hicimos snorkel, y la rodeamos en un paseo por la jungla, Los peces no se asustaban de nuestra presencia, ni nos rehuían; al contrario, algunos se acercaban y nos mordisqueaban suavemente las piernas, o se encaraban con nosotros y nos mirábamos fijamente durante unos segundos. También vimos erizos de larguísimas púas, eran negros con manchas blancas y una mancha naranja en el centro.


Vimos una especie de valvas onduladas que se abrían como los labios de una boca, para engullir exquisiteces marinas. Eran como una sonrisa, con el borde de los labios pintado de azul. Hicimos fotos con una cámara submarina desechable de Fotoprix,  que habíamos utilizado en otras ocasiones, y quedamos contentos con el resultado.

 


La tercera y última isla donde buceamos fue Pulau Manukan, que era la segunda más grande del grupo y un destino popular para los malayos de Kota Kinabalu. Allí estaba el único restaurante de las islas, el Coral Garden. El snorkel nos dio hambre y comimos cangrejo y gambas al curry con arroz. Delicioso. Las playas eran paradisíacas, de arena blanca, con trocitos de corales triturados por la erosión de las olas. Regresamos a Kota Kinabalu tras pasar un día fantástico en el Parque Marino Tunku Abdul Rahman. 






Viaje y fotos realizados en 1999

domingo, 28 de septiembre de 1997

BUCEO EN ISLAS FILIPINAS

En Filipinas tuvimos oportunidad de bucear en varias islas. En la isla Palawan hicimos snorkel en varios lugares. Alquilamos gafas con tubo y aletas. En El Nido un barquero nos llevó a Seven Comandos y Lupus-Lupus, bordeando la preciosa costa. Aquella zona era un arrecife continuo, formando un cinturón coralino

El agua se veía verde transparente y ya desde la barca se distinguían peces y corales. Desde Port Burton fuimos en barca a las islas Capsalay, Paradise, Exótica, Ipadawan, e Inala-Deland. Otro día fuimos al archipiélago Bacuit y al arrecife María. Y en la isla Boracay hicimos snorkel en la playa Ilig-Iligan y las islas Cocodrile y Laurel.


Vimos estrellas de mar azules. Había todo tipo de plantas marinas: unas parecían nenúfares gigantescos de color verde, otras eran de color rojizo y otras rosadas. Había corales ramificados y rocas coralinas con dibujados en su superficie laberintos. Algunas tenían forma de setas o champiñones gigantes. Había una especie de valvas abiertas de un color azul eléctrico, que atraían organismos acuáticos y luego se cerraban, atrapándolos. Adosados a otras rocas había una especie de erizos anaranjados.









Los peces también eran muy variados. Vimos los peces payaso rojos con franjas blancas, nadando entre las anémonas. Peces azul eléctrico, peces cebra con rayas amarillas y negras, peces verdes, y hasta una serpiente a franjas blancas y negras, ondulando bajo el agua. Utilizamos una cámara desechable submarina de Fotoprix y, aunque el colorido real era más intenso, nos gustó bastante el resultado. 




El Mar de Filipinas era un mar marginal de la parte occidental del Océano Pacífico. Las aguas estaban tranquilas, pero en algún trayecto de regreso encontramos oleaje, y la barquita saltaba sobre las olas como un caballo desbocado. En todas las islas disfrutamos el buceo y la abundancia de vida submarina. Una maravilla del viaje.

 Viaje y fotos realizados en 1997