jueves, 27 de junio de 2019
TEMPLOS MEGALÍTICOS Y GRUTA AZUL
miércoles, 25 de abril de 2018
LAS CUATRO MIL ISLAS
El Archipiélago Si Phan Don en el río Mekong era un paraíso lacustre en Laos. Su nombre significaba las "cuatro mil islas". Las tres islas principales eran Don Khong, Don Khon y Don Det. Don Khong era la más grande, con 18km de largo y 8km de ancho.
Decidimos quedarnos en la más pequeña, Don Det. Nos alojamos en un coqueto bungalow de madera roja del Mama Leuah's Guesthouse, frente al rio Mekong. Estaba rodeado de verdor, con hamacas en el poche.
Un sendero bordeado de plantas, palmeras y otros árboles, rodeaba la isla, paralelo al río Mekong. En la otra orilla veíamos la isla Don Khon con sus palafitos. Legamos al Puente Francés, que cruzaba a la otra isla y admiramos las vistas. Seguimos el camino hasta llegar a una playa arenosa idílica, era un tramo estrecho del río, donde la corriente eta menos fuerte, aunque arrastraba. Más abajo había unas cataratas. Tomamos ensalada de frutas y batidos de leche de coco y piña y nos refrescamos.
En las casas, tipo palafito, la gente charlaba a la puerta y hacían sus tareas. Algunos pescaban con cestas de mimbre, y los niños se bañaban y saltaban al agua desde las ramas de los árboles. Un ambiente de paz y tranquilidad reinaba en toda la isla.
Al día siguiente alquilamos bicicletas para recorrer la isla Don Khon y ver las cataratas. Cruzamos el Puente Francés, de piedra y con varios arcos, y giramos a la izquierda. Las cataratas Khon Pa Soi no eran las más grandes de la isla pero llevaban bastante agua. Había que atravesar un puente colgante sobre ellas, mientras veías la espuma blanca a tus pies entre los tablones de madera y oscilando al paso. Otros pequeños puentes accedían a otras zonas. En un recodo tranquilo del río nos dimos un baño refrescante.
Vimos búfalos tipo cebú, oscuros y con cornamenta importante, sumergidos en la orilla. En la calle principal de la isla Don Khon había restaurantes, comercios tipo colmado y una escuela. Los niños iban uniformados con camisas blancas y pantalones y faldas azules. Visitamos un templo budista entre jardines, que atravesamos con las bicicletas.
Llegamos a las cataratas Somphamit, también llamadas Li Phi, que significaba "trampa del espíritu". Era una zona extensa del río rodeada de vegetación; en toda su anchura había rocas que formaban rápidos y saltos de agua con espuma blanca y rumor de agua. Una noria aprovechaba la fuerza de la corriente. Recorrimos las cataratas de arriba abajo y nos dimos otro glorioso baño en el remanso de la playa Li Phi.
Al atardecer cogimos una barca para contemplar la puesta de sol. Fue un paseo de dos horas. Nos gustó navegar entre algunas de las cuatro mil islas de la zona. Algunas eran islotes rocosos de pura vegetación flotante. La mayoría estaban deshabitadas y en otras se veían los palafitos. Había más barcas de pescadores al atardecer, lanzando sus redes. Recordaremos los tres días pasados en las islas y los momentos que pasamos en la hamaca del porche viendo como fluía la corriente del Mekong y alguna barca de pescadores
viernes, 3 de noviembre de 2000
ISLA MAURICIO
Después de viajar un mes por Madagascar hicimos una parada de varios días en Isla Mauricio, aprovechando que el avión hacía escala. Era un archipiélago de origen volcánico en medio del Océano Índico. Era una interesante mezcla de culturas por las influencias migratorias de África, Oriente Medio, India, China o Europa.
El
Archipiélago comprendía las islas Rodrigues, Agalega y Saint Brandon, además de
Mauricio. Fue descubierto por los portugueses en 1505 y
colonizado posteriormente por holandeses, franceses y británicos. La lengua
oficial es el inglés y el francés, y la lengua principal es el criollo
mauriciano.
Un día fuimos a Curepipe. Lo que más nos gustó fue el Cráter de los Ciervos, el cráter de un antiguo volcán extinguido. Los vulcanólogos decían que el volcán estaba conectado con los de la Isla Reunión, que estaban activos, y cuando estos se apagaran era probable que el volcán de Curepipe recuperara su actividad.
El lugar era un buen mirador, con las montañas de formas picudas al fondo, que pertenecían al Parque Nacional de las Gargantas de Río Negro, con la montaña más alta de la isla el Piton de la Petite Rivière Noire de 828m de altitud. Un verde paisaje, con plantaciones de caña de azúcar, té, vainilla y tabaco, repartidas por toda la isla.
Port Louis era la capital de Mauricio. Paseamos por la Plaza de Armas, de altas palmeras, al final de la cual estaba el Parlamento. Cerca estaban los Jardines de la Compañía, llamados así porque fueron creados por la Compañía de Las Indias Orientales. Tenían árboles centenarios como las higueras de indias gigantes, con troncos retorcidos y lianas colgantes.
En el Paseo
Marítimo se veía gente de orígenes diversos, de piel clara, cobriza, mulatos,
negros o asiáticos. Había muchos bares y restaurantes variados desde pizzería a
hindúes, heladerías y puestos de zumos naturales. El Casino tenía la entrada a
través de un casco de barco de madera, con su mascarón de proa. Otro de los
bares era un barco tamaño natural, plantado en la acera. Una orquesta tocaba
música de jazz, mientras unos bailarines bailaban claqué. Era un ambiente muy
cosmopolita.
Chamarel era
conocida por la llamada “Tierra de siete colores”. Dunas en las que realmente
se apreciaban los distintos tonos: amarillo, ocre, rosado, rojo, morado, marrón
y anaranjado. Con la luz del atardecer se intensificaba el colorido. Leímos que
los colores se debían a los procesos de oxidación de minerales. La tierra
formaba ondulaciones entre el bosque y los cultivos de café. Un bonito paisaje
natural.
El Mar de Vacoas era un embalse de agua de lluvia, un reservorio que abastecía de agua a toda la isla. Era bastante grande. El Lago Grand Bassin era sagrado para los hindúes, que celebraban allí sus ceremonias y un festival anual. Tenía pequeños templos con estatuas coloridas y olía a incienso. Había algunas mujeres indias vestidas con saris rojos. Colocaban las ofrendas de coco o guirnaldas de flores cerca de la orilla, para que las arrastrara la corriente, como si fuera el Ganjes. Toda una evocación de la India.
Para ver la Gran
Bahía y sus playas paradisíacas nos alojamos en el pueblo de Pereybere. La Bahía era preciosa, las playas tenían franjas de arboleda con casuarinas. El mar estaba salpicado de
barcos y tenía el color verde turquesa transparente del Océano Índico.
Otro día contratamos
una excursión en barco para ir a la Isla de los Ciervos, en la costa
este. Primero fuimos en furgoneta hasta el pueblo Trou de Agua Dulce,
donde cogimos una lancha rápida hasta unas cascadas. Luego nos dejó en la Isla
de los Ciervos, con una playa de arena blanca y agua verde esmeralda,
totalmente transparente. Allí nos dimos deliciosos baños, comimos pescado y disfrutamos el paisaje. Mauricio tenía muchos atolones coralinos con vida submarina y gran diversidad
de corales. La isla tenía muchos atractivos que ofrecer.
Viaje y fotos realizadas en el año 2000.