El trayecto desde Katmandú a Nagarkot era de solo 32km. Tardamos algo más de una hora en recorrerlos. El presidente chino estaba de visita oficial y la ciudad estaba tomada por la policía y el ejército con metralletas, y cortaron muchas calles.
El paisaje era
montañoso y muy verde, con terrazas de arroz escalonadas y campo de cultivo de
patatas, con tallos verdes. Vimos algunas mujeres campesinas trabajando. Nagarkot
era un pequeño pueblo a los pies del Himalaya, a 2.195m de altitud, con
pocos habitantes y casas dispersas. Tenía fama merecida de ser el mejor lugar
para disfrutar de las vistas del Himalaya.
Paramos en el mirador, donde había una atalaya metálica con escalera vertical. Subimos y contemplamos las vistas de la Cordillera del Himalaya, una larga cresta con los picos del Dhaulagiri (8167m), el Kandenjunga (8586m), el Langtang Lirung (6966m), el Shisha Pangma (8012m), el Dorja Lakpa (6966m) el Gauri Shankar (7134m) y la montaña más conocida y mítica, el Everest de 8848m de altitud. El Himalaya era la cordillera más alta de la tierra, con más de cien cimas que superan los 7000 metros y catorce cimas de más de 8000 metros de altura.
En aquellas
montañas nacían algunos de los mayores ríos del mundo: el río Ganges, el río
Indo, el río Brahmaputra, río Yamuna o el río Yangtsé. No era extraño que fueran
unas montañas sagradas para el hinduismo y el budismo. Impresionaban.
El nombre de Himalaya derivaba del sánscrito y significaba “morada de la nieve”. El día estaba espléndido, con cielo azul intenso y una franja de nubes blancas por debajo de los picos nevados. La nieve blanquísima destacaba en el azul del cielo. Nos quedamos un rato en la torre, pese al poco espacio de la plataforma, mirando los picos nevados con los prismáticos, viendo como se movían las nubes dejando asomar un trozo más de montaña u ocultándolo, y haciendo múltiples fotos de las magníficas vistas.
Desde la base de
la torre también se tenían buenas vistas de las montañas, y podían encuadrarse con
el verde de la vegetación de alrededor. La terraza del Hotel Country Villa
ofrecía unas fantásticas vistas del valle y la cordiellera. Habíamos visto el
Himalaya desde Sikkim, desde Bután y desde Tibet en otros viajes. Desde todos
los lugares la mítica cordillera impresionaba y dejaba huella. Un paisaje
espectacular.