miércoles, 9 de mayo de 2007
LAS BODEGAS DE BULGARIA
jueves, 2 de noviembre de 2006
CUEVAS DE ELLORA
Tras visitar las cuevas de Ajanta, otro día fuimos a visitar las Cuevas de Ellora, a 30km de Auragabad. Fuimos con el autobús local. Las cuevas de Ellora eran una maravilla de la India medieval, uno de los monumentos más impresionantes de la India, con templos excavados de las tres grandes religiones: hinduismo, budismo y jainismo. Había 12 cuevas budistas, 16 hindúes y 8 jainistas. Dedicamos más de cinco horas a verlas.
Lo primero que vimos fue el Templo Kailash, construido por el rey Krishna I en el siglo VIII en un solo bloque monolítico, y se excavó desde la cima de la montaña hacia abajo. De 30 metros de alto, su entrada está flanqueada por dos columnas de 15 metros cada una y todo el edificio está repleto de elaborados relieves escultóricos. Tenía magníficas tallas, relieves y esculturas de elefantes, apsaras de la mitología hindú y figuras budistas.
Los visitantes
locales aportaban color entre las piedras antiguas, especialmente las mujeres
hindúes con sus saris de colores y abiertas a conversar y ofrecer una sonrisa
al visitante extranjero.
Sobre su construcción la guía de Lonely Planet comentaba: “Se tallaron tres enormes hendiduras en la superficie del despeñadero y luego se esculpió la imagen, ingente empres que supuso eliminar 20.000 toneladas de roca. Mide el doble de la superficie del Partenón de Atenas y una vez y media su altura”. “Todos los templos fueron tallados de arriba abajo, así que nunca hizo falta usar andamios: los constructores empezaron por el tejado y fueron avanzando hasta el suelo”. Era el mismo sorprendente sistema de construcción de las iglesias de Lalibela en Etiopía.
En las cuevas
vivían muchos murciélagos, a diferencia de Ajanta. Estaban colgados
del techo y sobrevolaban a nuestro paso. En la última cueva había una cascada
que saltaba sobre el camino y caía en una poza circular.
miércoles, 1 de noviembre de 2006
CUEVAS DE AJANTA
Las Cuevas de Ajanta estaban a 105km de Aurongabad. Eran 30 cuevas excavadas en la ladera de una garganta en forma de herradura. Databan del 200 a.C y 650 a.C. y estaban declaradas Patrimonio de la Humanidad. Impresionantes.
Estaban excavadas
en piedra basáltica. Los coloridos saris de las mujeres indias visitantes
contrataban con la piedra oscura. Leímos que las cuevas se construyeron excavando
largas galerías en la roca y luego abriendo pasos entre ellas. Algunas eran muy
grandes, una tenía 24 pilares. Las columnas estaban deterioradas, pero se veía
que habían tenido muchos detalles labrados.
Las cuevas tenían múltiples estatuas de Buda talladas en la piedra. Había esculturas de tamaño natural, y otras enormes, cuya presencia debía imponer respeto en los ritos religiosos. También había figuras en posturas eróticas.
Varias cuevas tenían una cámara central con una estatua de Buda sentado, acompañado por otras dos figuras laterales. En paredes y techos se conservan restos de los murales que los decoraban, con escenas de la vida de Buda y algún mandala circular. Iluminamos los murales con la linterna, pues el interior de las cuevas era bastante oscuro.
Para entrar a las cuevas había que descalzarse, igual que en los templos budistas. Estuvimos unas tres horas viendo las cuevas, sus pinturas y esculturas. Una maravilla.
sábado, 28 de octubre de 2006
EL PARQUE NACIONAL SUNDARBANS
Desde Calcuta contratamos una excursión de dos días para visitar el Parque Nacional Sunderbans, en el estado de Bengala. El paisaje durante el trayecto fue precioso, una sucesión de lagunas a ambos lados de la carretera, entre arrozales bordeados por palmeras y árboles. Entre tanta agua las casas estaban construidas sobre estrechas lenguas de tierra, y a veces tenían un puente de bambú para llegar hasta ellas.
Sunderbans era el mayor parque de manglares del mundo, en el Delta del río Ganges, abarcando dos países India y Bangladesh. Tenía 2400km2 en India y 3600km2 en Bangladesh. Era Patrimonio de la Humanidad. La palabra “sunderban” derivaba del árbol sundari, que podía alcanzar 25m de altura y cuya madera se empleaba en la construcción de barcos, casas, postes eléctricos y railes de tren por su resistencia al agua.
Cogimos un barco por el río Ganges de gran anchura, y nos adentramos por estrechos canales. Nos cruzamos con otras embarcaciones, repletas de pasajeros. El trayecto era muy relajante contemplando el bosque de manglares en ambas orillas. Todo aquel verdor se reflejaba en la quieta superficie del agua, el mejor espejo. Encontramos varios pescadores en el recorrido, lanzando sus redes.
Se veía el barro
blando con el entramado de las raíces aéreas de los manglares, que se extendían
buscando el agua. Era zona pantanosa con marismas. Pequeños bichos
correteaban por el fango: sanguijuelas, renacuajos y cangrejos diminutos.
En el tronco y las ramas de los árboles se distinguía el nivel de crecida del
río.
Visitamos un
pequeño y tranquilo pueblo con casas de adobe. Habían construido senderos
altos sobre las lagunas con ladrillos para evitar el barro. Vacas y cabras
pastaban por allí. Pasamos por el colegio, con los escolares pulcramente
uniformados, con camisas blancas y faldas o pantalones azules. Nos cruzamos con
mujeres con sari, acarreando recipientes con agua, y gente en bicicleta. Vimos
grupos de hombres sentados en el suelo, jugando a cartas. Era un pueblo bonito
y tranquilo.
Vimos aves, monos. ciervos entre la maraña de troncos, una iguana de largo cuello saliendo del agua y algún cocodrilo descansando en la orilla fangosa. Al día siguiente recorrimos otro tramo del Delta. En el Centro de Interpretación había una maqueta del parque y los recorridos permitidos. Nos gustaba ver las raíces de los manglares como largos dedos hundiéndose en el barro. Los canales llegaban hasta el mar, a la Bahía de Bengala.
Nos cruzamos con un barco-dispensario, con una cruz roja en la proa. Llevaba el nombre del escritor Dominique Lapierre y City of joy. Nos dijeron que lo patrocinaba él, para atender las necesidades sanitarias de las poblaciones del río.
Volvimos a coger
el barco y fuimos hasta una de las torres de observación de tigres. En 2004
se calculaba que había unos 274 ejemplares de tigres, pero decían que verlos
era la excepción, no la regla. Ni rastro de los tigres, pero disfrutamos de la
verde extensión de las copas de los árboles y de la belleza del paisaje de los Sundarbans.