jueves, 10 de septiembre de 2015
LOS MANGLARES DE LOS SUNDARBANS
martes, 4 de junio de 2013
EL BESO DEL HIPOPÓTAMO
sábado, 12 de mayo de 2012
AMANECER EN EL DESIERTO NAMIB
miércoles, 27 de octubre de 2010
LOS PINÁCULOS DE ZHANGJIAJIE
martes, 19 de mayo de 2009
EL ZORRO DEL DESIERTO BLANCO
jueves, 19 de mayo de 2005
BUCEO EN LOS ROQUES
En Los Roques nos apuntamos a una
excursión en barca a la zona más lejana al arrecife de coral de las islas, Boca
de Cote. Se tardaba unos cincuenta minutos en llegar. El mar tenía unas
tonalidades turquesas preciosas. Parecía tranquilo al principio, pero había
mucha brisa y se formó fuerte oleaje. La barca cabalgaba las olas que golpeaban
el casco, la proa se levantaba con la velocidad y recibíamos constantemente una
ducha de agua salada.
Hicimos snorkel, el buceo con tubo y vimos corales
en forma de laberintos, arborescentes o cilindros verdes.
Los peces también eran de gran variedad: amarillos con rayas grises, azul eléctrico,
negros, plateados, cebras, arcoiris, tigres…azul claro con los labios rosas o blancos y peces
alargados con el morro en forma de espátula. Algunos estaban agrupados en
grupos de diez o más, bajo el saliente de algún coral y se quedaban inmóviles,
dejándose mecer por la corriente. Donde había corales la profundidad era poca,
pero llegaba un momento en que la pared de coral acababa, el color del agua cambiaba
y se abría una profundidad vertical.
Paramos en un palafito abandonado,
habitado por pelicanos y otras aves que descansaban en las maderas del
embarcadero. Junto a él había un banco de arena con un islote blanco formado
por grandes caracolas.
Luego el barquero nos dejó en la Isla Crasquí. Todas las islas tenían nombres terminados en “quí” que venía de la palabra inglesa “Key”, cayo en castellano. Allí hicimos otra inmersión fantástica y encontramos más peces de lo que esperábamos.
Otro día fuimos a la Isla Francisquí,
más cercana. La zona para hacer snorkel se llamaba La Piscina, porque quedaba
protegida por una barrera de coral bien visible, donde rompían las olas.
sábado, 14 de mayo de 2005
EL ARCHIPIÉLGAGO LOS ROQUES
El archipiélago Los Roques de
Venezuela tenía el arrecife de coral más grande del Caribe. Era Parque
Nacional Maríno, formado por un conjunto de islas y cayos de las Antillas
Menores. Llegamos en una avioneta de 19 plazas de la compañía Aerotuy. La vista
del archipiélago de islas coralinas desde el cielo era precioso. El
vuelo fue suave, sin turbulencias, aunque otros viajeros nos habían contado
historias sobre incidencias por los fuertes vientos. Aterrizamos en la Isla
Gran Roque, la única habitada. El aeropuerto era mínimo, con una torre de control
que parecía casi provisional.
En la isla había poca vegetación, pero
algunas palmeras y árboles de poca altura ofrecían sombra, y daban un toque de
verdor. El pueblo lo formaban tres calles arenosas, paralelas al mar,
con casas de colores de planta baja. Subimos al Faro de la colina, para
contemplar las vistas. Luego dimos un paseo y vimos bastantes niños en una escuela.
No había vehículos de ningún tipo y las calles eran de arena, se podía ir
descalzo todo el día. Las casas eran bonitas, con porches y plantas, y algunas
estaban adornadas con barcas en las puertas. La mayoría de las casas eran de
estilo marinero, y quedaban algunas casas coloniales con rejas en las ventanas.
Era un lugar bonito y tranquilo.
Las playas de arena blanca eran preciosas.
El color del mar Caribe era una combinación de franjas azules y verde
transparente. Disfrutamos de los baños y de la puesta de sol. Contemplamos el
espectáculo de los pelícanos que se lanzaban en picado al mar para
atrapar los peces. Vimos como se les ensanchaba el cuello al tragar. Algunos
parecían kamikazes, y vimos uno que en la rapidez de la bajada chocó contra el
lateral de una barca. Nuestra presencia cercana les era indiferente, debían
estar acostumbrados y no huían. Al día siguiente alquilamos una barquita para
hacer excursiones por otras islas del archipiélago.