jueves, 4 de febrero de 1993

HANOI

Hanoi fue mi última etapa en el primer viaje de 1993 por Vietnam. Creí que me gustaría menos que Ho Chi Min, la capital, y me gustó todavía más. Era una ciudad muy agradable, llena de grandes lagos y parques, pagodas y templos, grandes avenidas y pequeñas calles bordeadas de arboledas y llenas de bicicletas. 

Nuestro hotel estaba junto al Teatro Municipal, un edificio clásico con columnas, de fachada amarilla. Por la noche se iluminaba como un Palacio. 

Paseamos por callejuelas abarrotadas de tiendas que vendían tazones de cerámica para el té. Había coloridos mercados de flores y mercados de ropa militar. Todavía podían verse vietnamitas con los cascos verdes del ejército. Coincidimos con una fiesta del Partido Comunista. 

Las calles estaban llenas de banderines rojos con consignas en letras amarillas. Se veían banderas vietnamitas rojas con la estrella amarilla de cinco puntas. Leímos que el fondo rojo simbolizaba la revolución y el derramamiento de sangre. La estrella dorada simbolizaba la unidad del país  y las cinco puntas de la estrella representaban las cinco clases principales de la sociedad vietnamita: intelectuales, agricultores, trabajadores, empresarios y soldados. ​Y algunas banderas del partido tenían la hoz y el martillo.

Vimos el Templo de la Montaña de Jade, que estaba en una isla en medio de un lago, al que se llegaba a través de un puente. La Prisión había alojado a muchos pilotos norteamericanos, y se conocía irónicamente como “Hanoi Hilton”. Parecía la Cárcel Modelo de Barcelona, con las paredes color crema. Estaba prohibido fotografiarla.

Visité el Mausoleo de Ho Chi Minh, el presidente que declaró la independencia de Vietnam en 1945. Allí estaban enterrados sus restos en un sarcófago de vidrio, según la tradición iniciada con Lenin y Stalin, seguida después por Mao. Era un edificio monumental, con columnas y el clasicismo de la arquitectura soviética. Había leído que era imprescindible mantener respeto y decoro en las indumentarias y las actitudes, que estaba prohibido llevar pantalones cortos, mascar chicle, meterse las manos en los bolsillos y cosas de este tipo. 

Cerca estaba la Pagoda de un pilar, construida en madera sobre un pilar de piedra de 1,25m de diámetro en medio de un estanque de lotos, como símbolo de pureza. Fue construida en el s. XVI, pero uno de los últimos actos de los franceses antes de dejar Hanoi en 1954, fue destruirla. El nuevo gobierno la reconstruyó. Paseé por los jardines que rodeaban el Mausoleo y la Pagoda.













Viaje y fotos realizados en 1993

martes, 2 de febrero de 1993

LA BAHÍA DE HA LONG

 

La primera visión de la Bahía de Ha Long fue impactante, con cientos de peñascos rocosos de piedra caliza emergiendo de las aguas turquesas del Golfo de Tonkin. La Bahía estaba situada al norte de Vietnam, cerca de la frontera China. La guía de la Lonely planet decía que eran “unas tres mil islas cubiertas por la vegetación y rodeadas por las aguas esmeraldas del Golfo de Tonkin”. 

El nombre de Halong significaba “donde el dragón descendió del cielo”. Fuimos en autobús desde Hanoi a Hai Phong, a 170 km, y tardamos 5 horas en llegar. Hai Phong era la población base para recorrer la Bahía. Embarcamos y al poco de navegar ya vimos un junco chino tradicional, con las velas extendidas. Eran juncos pesqueros, leímos que dada vez había menos, pero en 1993 todavía podía verse su silueta recortada contra el fondo de los peñascos. Se extendía a lo largo de una costa de 120 km. Formaciones rocosas kársticas e islas de varios tamaños y formas. Es Patrimonio de la Humanidad y una de las maravillas naturales del mundo.

Pasamos bajo una gruta que formaba un peñasco, y aparecimos en el interior de una cala circular, que quedaba cerrada. La única entrada era la gruta, que al subir la marea quedaba cubierta. Desembarcamos en la gruta y las gruesas formaciones de estalactitas petrificadas casi nos tocaban la cabeza al pasar. 



Al día siguiente volvimos a embarcar temprano en un trayecto de cinco horas. Una luz grisácea envolvía los peñascos en brumas, como un dibujo oriental en tinta china. Fuimos a otra gruta con formaciones monstruosas de estalactitas. Anclamos el barco y comimos allí mismo, con las vistas panorámicas de la bahía. El menú fue rollos de primavera, huevo duro, pescado frito, arroz y bananas, acompañados por el omnipresente té vietnamita.

Encontramos pescadores remando con sus pequeñas barcas, y los llamados “boat-people”, gentes y familias enteras que vivían en el reducido espacio de sus pequeños botes, como los que vi en la ciudad de Hué.


En los atardeceres la bahía y sus peñascos rocosos se teñían de tonos dorados y anaranjados, como al amanecer, parecía una acuarela china. Recordaba la bahía de la película Indochina. Hubiera hecho todo el viaje solo por llegar hasta allí; Vietnam tenía muchos otros lugares preciosos y de interés histórico para ver, pero fue el mejor punto final para mi viaje. 

En la década de los 80 empecé a viajar de forma independiente, y Vietnam fue mi primer viaje en solitario, de forma independiente, sin pareja ni amigos. Trabajé como enfermera, podía viajar más tiempo del convencional y fuera de temporada, y quise experimentarlo. Fue casi un viaje iniciático. Fue fantástico. Todavía no sabía que, menos de una década después, volvería a viajar por el país.




Viaje y fotos realizadas en 1993