miércoles, 8 de diciembre de 1993
LA ESCUELA ETÍOPE
sábado, 4 de diciembre de 1993
EL DR. LIVINGSTONE, UJIJI Y EL LAGO TANGANIKA
“Dr. David Livingstone, supongo”. La famosa frase fue pronunciada en Ujiji, el lugar donde se produjo el mítico encuentro entre Livingstone y Stanley. Ujiji, en Tanzania, era uno de los pueblos más antiguos de África y el principio de la antigua ruta del marfil.
Era un pueblecito agradable, con casas de adobe y rejados de cañizo, con alguna uralitas oxidadas. A las puertas se asomaban los niños para gritarnos “Mwzungu, mwzungu!” (blanco, en swahili). Los caminos de tierra roja serpenteaban entre la hierba verde donde crecían grandes mangos, plataneros, el estilizado árbol de la papaya y cientos de palmeras.
Seguimos uno de aquellos
caminos de tierra roja, y los niños nos señalaron la dirección que debíamos
tomar para llegar al lugar donde se encontraron Stanley y Livingstone. Era un
jardín frondoso en el que crecían dos enormes mangos, bajo los que dicen se
sentó Livingstone a meditar, con un pequeño museo. El museo tenía
cinco o seis cuadros de estilo casi naif reproduciendo escenas de la biografía
del explorador. Junto a los cuadros dos estatuas de cartón-piedra de tamaño
mayor que el natural, representaban a ambos aventureros saludándose. Por supuesto nos hicimos una foto para
inmortalizar nuestro encuentro con Livingstone y Stanley.
Livingstone fue mi
inmejorable compañero literario de viaje. Su libro "El último
diario del doctor Livingstone" me hizo sufrir y disfrutar con él,
era un testimonio único.
David
Livingstone (1813-1873) fue
un explorador británico que fue enviado a África por la Sociedad Misionera de
Londres. Se adentró en el desierto de Kalahari, la cuenca del Zambeze, buscó las fuentes del Nilo y exploró la
región del lago Tanganica, donde le encontró Stanley. Al final fue otro
aventurero, Richard Burton, quien
descubrió las fuentes del Nilo.
Henry Stanley (1841-1904)
fue
un periodista y explorador británico que en 1871 emprendió viaje a Tanganica en
busca de Livingstone. Descubrió otra fuente del Nilo en el lago Victoria y también
exploró el Congo.
El lago Tanganica, estaba cercano. Encontramos una playa de arena dorada, con
barcas de pescadores, y un lago tan grande que parecía el mar. Se perdía en el
horizonte. Leímos que era el segundo lago más grande del mundo en volumen,
después del lago Baikal en Siberia. Aunque por superficie era más
grande el lago Victoria. Era de color azul intenso y tenía oleaje. Nos
quedamos a contemplar la puesta de sol. Salían las barcas de los pescadores y
veíamos sus siluetas recortadas contra el horizonte. Pensé que aquella misma
escena habría sido contemplada por la mirada de Livingstone.
miércoles, 1 de diciembre de 1993
EL LAGO VICTORIA
Desde Arusha cogimos un autobús hasta Mwanza. El bus iba sobrecargado de paquetes en el techo, hasta el punto de que estaba abombado. El interior también iba repleto, con pasajeros y cestas de gallinas. Además, los tanzanos vendían los billetes de pasillo a un precio más barato y había pasajeros que hacían el trayecto a pie.
Cuando llevábamos una hora de trayecto el bus pinchó las dos ruedas delanteras. Bajamos todos los pasajeros y un grupo de hombres se dedicó a cambiar las ruedas, mientras que otros se metieron debajo del bus para aprovechar la sombra. Después de varias incidencias, calor, polvo rojo y casi 48 horas interminables de autobús llegamos a Mwanza.
Mwanza era el puerto más importante de Tanzania en el Lago Victoria. El Lago Victoria era más grande que un país como Irlanda. Era inmenso, de aguas oscuras. Parecía que estábamos contemplando un mar, pues el lago se perdía en el horizonte, y se formaban crestas de espuma blanca con el oleaje. Por todo el lago se veían formaciones rocosas peculiares. Muchas tenían la parte superior blanca, probablemente de los excrementos de los pájaros. Sobre cada roca solían verse aves parecidas a garzas o cigüeñas, inmóviles descansando sobre una pata.
Era el segundo lago de agua dulce más grande de la Tierra y una de las principales fuentes del río Nilo. El primer europeo en llegar al lago fue el explorador británico John Speke, que lo nombró Lago Victoria, en homenaje a la reina. El mítico David Livingstone también pasó por allí. La mayor parte del lago pertenecía a Tanzania (49%), el resto a Uganda (45%) y una pequeña parte a Kenya (9%).
Cogimos una barca por el lago para ir hasta la isla de Saanane, donde había una reserva de animales. Vimos alguna barca de pescadores. La isla estaba muy cerca y fue un paseo agradable. Era pequeña y la recorrimos andando. Encontramos gacelas, cebras y ñús pastando juntos amistosamente en los prados verdes. Toda aquella zona tenía una vegetación abundante porque las lluvias solían ser abundantes.
Había muchas rocas, árboles con lianas colgantes, decenas de lagartos de piel rosa y violeta correteando entre las piedras, puercoespines, un león y un leopardo precioso enjaulados. Los rugidos del león resonaban por toda la isla, mientras nos tomamos un refresco junto a dos cebras y un ñu. Y hasta vimos algún cocodrilo entre los islotes de jacintos de agua y otras plantas flotantes. Como nos supo a poco el paseo en barca, cogimos un ferry a Kamanga y disfrutamos del mítico Lago Victoria. Por la noche probamos la perca del Nilo, abundante en el lago.
martes, 23 de noviembre de 1993
EL P.N. SERENGETI Y OTROS PARQUES TANZANOS
En
Arusha contratamos una excursión de una semana para visitar los Parques
Nacionales del Lago Manyara, Ngongoro, Serengeti, y Tarangire.
Empezamos por el P.N. Lago Manyara. El parque era bastante verde, con acacias planas y otros árboles Encontramos todo tipo de animales y a una distancia muy corta. Tuvimos un león sentado a un metro de la puerta del todoterreno. Vimos jirafas, la de la especie swahili y la reticulada, estirando sus cuellos para comer de las ramas altas. Había antílopes corriendo y caminado en hilera, gacelas y preciosas cebras, elefantes y flamencos blancos y rosas en el lago, formando una mancha que se perdía en la distancia.
El
cráter del Ngorongoro nos sorprendió por su extensión, unos 20km de
diámetro y paredes de 600m de altura, era enorme. Era el mayor cráter volcánico
extinguido del mundo. Estaba muy seco, predominaba el color amarillo pajizo de
la hierba seca de la sabana y había pocos árboles. Pero estaba poblado por todas las
especies de animales y botánicas.
Vimos todo tipo de animales agrupados en manadas. Las cebras pastaban junto a los búfalos, que nos miraban pacíficos. Los búfalos estaban coronados por una cornamenta como un bonete.
El
P.N. Serengeti limitaba con el Parque Masai Mara en Kenya. Por el camino
pasamos por la Garganta de Olduvai, donde el matrimonio Leakkey
descubrió en 1959 fragmentos fósiles del cráneo de un antepasado del Homo Sapiens,
que denominaron Homo Habilis, y cuya antigüedad era de 18 millones de años.
Visitamos el museo.
Nos alojamos en un campamento y cada día hicimos varias salidas de lo que llaman game drive, con el techo del Land Rover levantado. Salíamos temprano y recorríamos la sabana africana, llena de vida salvaje y que no dejaba de sorprendernos.
Vimos leones muy cerca del vehículo. Fuimos testigos del desayuno de uno de ellos, se oía perfectamente como crujían los huesos triturados por su potente dentadura. Encontramos cuatro leonas tumbadas bajo un árbol con sus cachorros. Contamos diez cachorrillos, que jugueteaban y se amontonaban entre los cuerpos de sus madres. Uno mamaba con fruición, agarrándose con sus pequeñas patas.
Los
leones eran los más estáticos, de día reposaban y dormitaban entre las hierbas
altas o bajo la sombra de un árbol, mientras el viento peinaba sus melenas.
Solían cazar de noche. Podíamos estar a un par de metros de ellos, contemplándolos,
y ni se inmutaban.
También
fuimos testigos del parto de una cebra. Estaba tumbada de lado, a
la sombra de un árbol, y estiró las patas. A los pocos minutos se levantó y expulsó
la placenta sanguinolenta y luego la cría.
Para
comer hicimos picnic y había que ahuyentar a los monos para que no nos
robaran la comida. Eran unos monos bastante atrevidos, con los testículos de
color azul cielo. Pero no solo había que vigilar a los monos…Cuando iba a
morder mi bocadillo sentí un golpe fuerte en la cabeza y vi como un pájaro
negro y grande se llevaba un trozo de mi bocadillo.
Por
la noche, mientras estábamos reunidos al calor de la hoguera, oíamos ruidos de
animales. Enfocábamos con linternas los arbustos cercanos y veíamos ojos
brillar en la oscuridad, observándonos. Eran hienas, su risa era
inconfundible. Vimos algunas correteando.
En
el P.N. Tarangire había una gran población de elefantes, aunque
también convivían con otras especies de animales. Los elefantes eran bastante
destructivos porque arrancaban las ramas y corteza de los árboles. Los vimos
pasar en hilera con sus pequeños, yendo a beber al río, sacudiendo la tierra
con la trompa y rascándose la piel al frotarse con los troncos de los árboles.
Fueron unos días fantásticos observando la vida salvaje en plena naturaleza.
Viaje y fotos de 1993