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jueves, 26 de abril de 2018

EL TEMPLO DE LOS LEONES DE AYUTHAYA

 

Cogimos un tuk-tuk para ir al Wat Yai Chaya Mongkol, otro de los templos de Ayuthaya. tenía una Pagoda central y alrededor avenidas con 120 Budas alineados, y sentados en posición de loto sobre pedestales. Fue construido por órdenes del rey U Thong en el año 1357 para alojar los monjes que llegaron a Ayutthaya desde Sri Lanka, la antigua Ceilán. En el interior de una de las pagodas había un gran Buda de bronce reclinado. 

Cerca estaba el conocido como Templo de los Leones, rodeado por 13 leones en cada cara. Junto a ella una estructura en estado bastante ruinoso, de ladrillo rojo con columnas que parecían chimeneas. 




En los jardines había numerosas estatuas de gallos negros con cresta amarilla, parecidos a los de Portugal. Eran ofrendas de los fieles. Decía la leyenda que el príncipe de Birmania y el príncipe de Ayutthaya hicieron una apuesta en una pelea de gallos. El birmano quedó vencido y por eso se usan los gallos como símbolo. 







jueves, 6 de junio de 2013

SEÑALES VIAJERAS DE SUDÁFRICA




 
El cartel advertía tener cuidado con los con los cocodrilos y los hipopótamos, otros avisaban de la presencia de cocodrilos, hipopótamos y tiburones (¡) y de no tirar comida al agua. Estábamos en el Parque de los Pantanos de Santa Lucía, en Sudáfrica. Decían que por las tranquilas calles del pueblo de Santa Lucía podías encontrar un hipopótamo paseando y que no eran precisamente amistosos. Nosotros no encontramos ninguno, pero oímos sus bramidos.


 
El parque estaba considerado Patrimonio Mundial y tenía 200km2. Tenía el Océano Índico a un lado y varios lagos al otro. El lago de Santa Lucía que le daba nombre era el estuario más extenso de África, con cinco ecosistemas diferentes: desde arrecifes y playas, hasta lagos, pantanos y bosques de interior y costeros. Su fauna abarcaba desde hipopótamos hasta cebras.


 
Encontramos otras señales curiosas, pero la que superaba a todas era la que advertía del peligro de topar con elefantes, rinocerontes, leopardos, búfalos o leones, que vimos el el Parque Nacional Kruger, la joya de Sudáfrica, una franja de 65km. de ancho por 350km. de largo, en el que había la mayor abundancia de animales. Los vimos a todos ellos, menos al rey. Disfrutar de la vida animal en su entorno fue muy especial. Pero la señal también fue un buen detalle para el recuerdo.
 
© Copyright 2013 Nuria Millet Gallego

sábado, 26 de mayo de 2012

ESCENAS AFRICANAS

 
Las cebras se difuminaban entre la hierba alta de la sabana, mecida por el viento. Parecía un cuadro, una delicada acuarela. Esta foto me gusta especialmente. Cada cebra tiene unas marcas que la identifican, como nuestras huellas dactilares. Las cebras de Namibia se diferencian de otras en su panza rayada y el hocico oscuro.


 
De repente nos vimos rodeados por cuatro enormes rinocerontes. Parecen animales prehistóricos, con su extraña cabeza y su piel grisácea llena de pliegues. Sólo los rinocerontes negros son agresivos; los blancos son animales pacíficos y herbívoros pero su presencia es imponente. Estaban junto al jeep abierto. Y nos dieron un sustillo cuando empujaron el lateral del vehículo con sus juegos. Conservaban el afilado cuerno, que es objeto de codicia de muchos cazadores furtivos y se paga a precio de oro. Lo muelen y lo venden como afrodisiaco o fetiche.
Leímos que las hembras de rinoceronte sólo pueden parir cada cinco años, un periodo bastante prolongado. Decían que la mejor localización para verlos en toda África era el Parque Nacional de Etosha y la laguna Okaukejo. Pero estos los encontramos en la Reserva de Okapuka.
 
 
 
El avestruz también es un animal curioso. Para huir de sus depredadores puede correr a setenta kilómetros por hora o tumbarse en el suelo simulando ser un montón de suciedad.

 
Las jirafas pueden medir de 3,5m. a 5,2m. de altura. Eso les facilita el acceso para comer los brotes de las ramas altas, pero tienen dificultades para beber y su sistema es abrir las patas delanteras.

 
El oryx es un tipo de antílope y está considerado el animal nacional de Namibia. Tiene una gran cornamenta, y es fácil encontrarlo por los caminos. Puede permanecer periodos prolongados de hasta dos años sin beber. El agua la obtiene de los alimentos que ingiere, un prodigio de adaptación al medio.
 
 
 
El perfil majestuoso del león nos hipnotizó durante un buen rato. Estuvo bastante estático y tranquilo, tal vez debido al calor de la tarde, y nos regaló un gran bostezo antes de levantarse y adentrarse en la sabana africana.
 
© Copyright 2012 Nuria Millet Gallego
 
 

martes, 23 de noviembre de 1993

EL P.N. SERENGETI Y OTROS PARQUES TANZANOS

En Arusha contratamos una excursión de una semana para visitar los Parques Nacionales del Lago Manyara, Ngongoro, Serengeti, y Tarangire.

Empezamos por el P.N. Lago Manyara. El parque era bastante verde, con acacias planas y otros árboles Encontramos todo tipo de animales y a una distancia muy corta. Tuvimos un león sentado a un metro de la puerta del todoterreno. Vimos jirafas, la de la especie swahili y la reticulada, estirando sus cuellos para comer de las ramas altas. Había antílopes corriendo y caminado en hilera, gacelas y preciosas cebras, elefantes y flamencos blancos y rosas en el lago, formando una mancha que se perdía en la distancia.






Fue impresionante ver a los enormes hipopótamos sumergidos en el agua. Solo dejaban asomar los ojos y las orejas rosadas. Sobre sus lomos a veces se posaban los pájaros y picoteaban los insectos. Por el color gris y la inmovilidad podía confundirse con un grupo de piedras. De vez en cuando alguno de ellos sacaba su corpachón del agua, chapoteando o abrían la gran y rosada boca, pero solo durante unos instantes. Volvían a sumergirse y se quedaban mirándonos con sus ojillos brillantes.



El cráter del Ngorongoro nos sorprendió por su extensión, unos 20km de diámetro y paredes de 600m de altura, era enorme. Era el mayor cráter volcánico extinguido del mundo. Estaba muy seco, predominaba el color amarillo pajizo de la hierba seca de la sabana y había pocos árboles. Pero estaba poblado por todas las especies de animales y botánicas.

Vimos todo tipo de animales agrupados en manadas. Las cebras pastaban junto a los búfalos, que nos miraban pacíficos. Los búfalos estaban coronados por una cornamenta como un bonete. 

El P.N. Serengeti limitaba con el Parque Masai Mara en Kenya. Por el camino pasamos por la Garganta de Olduvai, donde el matrimonio Leakkey descubrió en 1959 fragmentos fósiles del cráneo de un antepasado del Homo Sapiens, que denominaron Homo Habilis, y cuya antigüedad era de 18 millones de años. Visitamos el museo.

Nos alojamos en un campamento y cada día hicimos varias salidas de lo que llaman game drive, con el techo del Land Rover levantado. Salíamos temprano y recorríamos la sabana africana, llena de vida salvaje y que no dejaba de sorprendernos.

Vimos leones muy cerca del vehículo. Fuimos testigos del desayuno de uno de ellos, se oía perfectamente como crujían los huesos triturados por su potente dentadura. Encontramos cuatro leonas tumbadas bajo un árbol con sus cachorros. Contamos diez cachorrillos, que jugueteaban y se amontonaban entre los cuerpos de sus madres. Uno mamaba con fruición, agarrándose con sus pequeñas patas.

Los leones eran los más estáticos, de día reposaban y dormitaban entre las hierbas altas o bajo la sombra de un árbol, mientras el viento peinaba sus melenas. Solían cazar de noche. Podíamos estar a un par de metros de ellos, contemplándolos, y ni se inmutaban.



También fuimos testigos del parto de una cebra. Estaba tumbada de lado, a la sombra de un árbol, y estiró las patas. A los pocos minutos se levantó y expulsó la placenta sanguinolenta y luego la cría.

Para comer hicimos picnic y había que ahuyentar a los monos para que no nos robaran la comida. Eran unos monos bastante atrevidos, con los testículos de color azul cielo. Pero no solo había que vigilar a los monos…Cuando iba a morder mi bocadillo sentí un golpe fuerte en la cabeza y vi como un pájaro negro y grande se llevaba un trozo de mi bocadillo.

          

Por la noche, mientras estábamos reunidos al calor de la hoguera, oíamos ruidos de animales. Enfocábamos con linternas los arbustos cercanos y veíamos ojos brillar en la oscuridad, observándonos. Eran hienas, su risa era inconfundible. Vimos algunas correteando.

En el P.N. Tarangire había una gran población de elefantes, aunque también convivían con otras especies de animales. Los elefantes eran bastante destructivos porque arrancaban las ramas y corteza de los árboles. Los vimos pasar en hilera con sus pequeños, yendo a beber al río, sacudiendo la tierra con la trompa y rascándose la piel al frotarse con los troncos de los árboles. Fueron unos días fantásticos observando la vida salvaje en plena naturaleza.



Viaje y fotos de 1993