lunes, 4 de junio de 1990

LA CAPADOCIA

 

La Capadocia turca es una región de Asia Menor con un paisaje único de formas rocosas caprichosas. La recorrimos desde las poblaciones de Ürgup y Göreme. Las formaciones geológicas de alrededor eran una maravilla natural. 

Las montañas de piedra de toba volcánica estaban horadadas por decenas de cuevas. El Parque Nacional de Göreme y los sitios rupestres de Capadocia fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985.




Algunas formaciones rocosas eran alargadas como columnas, las llamaban "chimeneas de las hadas". Estaban coronadas por una especie de sombrero o capuchón. Se formaron por la erosión del viento y el agua, que modeló la toba volcánica. El llamado Valle de los Monjes estaba repleto de chimeneas, algunas de hasta 30m de altura.



          



A solo 5km de Göreme se encontraba el Love Valley (Asiklar Vadisi), una extensión de picos alargados de forma fálica. Otro rincón curioso para visitar. Por el camino encontramos algunos burros, de andar  tranquilo. Cerca también estaba el Castillo de Uçhisar, una estructura troglodita sobre un promontorio, una especie de fortaleza natural llena de cuevas.

La piedra de toda la región de Capadocia, resultado de las erupciones volcánicas, era blanda y permitía excavar habitaciones y galerías. Como en Derinkuyu, la ciudad subterránea de siete niveles, construida para protegerse de las incursiones persas y árabes. Había túneles y galerías conectando las habitaciones. cocina, comedor, almacenes, sala de juegos o iglesias. En el exterior la piedra se endurecía en contacto con el aire. 









Las montañas de piedra arenisca estaban horadadas por decenas de cuevas. En algunas había iglesias rupestres excavadas en la roca, capillas o monasterios construidas por los primeros cristianos en el s. XI y XII. Se conservaban algunos frescos bizantinos. 

El pueblo troglodita de Göreme tuvo unas 350 iglesias excavadas en la roca, ya que cada familia se construía su propia iglesia según su posición social. Los nombres de las iglesias eran divertidos. La Iglesia de la Manzana, que recibía aquel nombre por tener un fresco en el que Jesús tenía una manzana en la mano, o según otra versión, porque la Iglesia estaba a la sombra de un manzano. La Iglesia de la Serpiente, que en realidad era el dragón abatido por San Jorge, representado en los frescos. La Iglesia de la Sandalia, en la que se veía la huella de un pie, que según decían era de Cristo.




Leímos que la Capadocia fue la primera zona habitada de la región de Anatolia en el s. VII, y sufrió varias invasiones, por lo que se construyeron ciudades subterráneas como defensa. 

Era un juego divertido introducirse por el laberinto de cuevas y oquedades. El paisaje era muy árido y singular. Sólo crecían algunos arbolillos que ofrecían poca sombra. Estuvimos varios días recorriéndola y disfrutamos todo lo que vimos, un paisaje de cuento de hadas. La Capadocia era una maravilla natural de gran belleza.






Viaje y fotos realizados en marzo de 1990

lunes, 7 de marzo de 1988

GARGANTAS DEL TODRA Y DESIERTO


Las Gargantas del Todra son uno de los paisajes naturales más impresionantes de Marruecos. Un desfiladero con paredes de hasta 300 metros de altura, atravesado por el río Todra, que bajaba con poca agua. Caminamos entre las paredes admirando el paisaje pedregoso. Dormimos al pie de las gargantas. En 1988 viajé por primera vez a Marruecos (luego regresé en 1998 y en otras ocasiones) y he querido recuperar en este blog viejas fotos hechas en papel, aunque no tengan mucha calidad.



Los hombres tuaregs son un pueblo bereber de tradición nómada del Desierto del Sáhara. Vestían chilabas y turbantes azul índigo. Encontramos algunas mujeres bereberes y niños curiosos. Uno de los niños tocaba un instrumento de cuerda parecido a una guitarra, fabricado con una vieja lata, una muestra de imaginación.



El Desierto del Sáhara es el más grande del mundo, ocupando gran parte de África del Norte. Una enorme extensión de dunas de arena dorada, con algunos oasis surgidos de los acuíferos subterráneos. Sus dunas alcanzan una altura de hasta 193m. Subimos hasta las crestas de las dunas y caminamos en silencio por la arena mirando nuestras huellas. Un paisaje de gran belleza. 

Dormimos en el desierto en una jaima, la tienda tradicional, con bonitas y coloridas alfombras. Nuestro guía Mossa hizo fuego, cenamos cordero asado y tomamos los tres tés que marca la tradición: el primero amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y el tercero suave como la muerte. Por la noche un grupo tocó tambores y disfrutamos de la música marroquí. Al amanecer nos levantamos temprano para contemplar la salida del sol entre las dunas.






Viaje y fotos realizados en 1988