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domingo, 16 de noviembre de 2025

IRAK: NAYAF Y KUFA

Nayaf es otra de las ciudades sagradas chiíes y centro del poder político chií en Irak. Es un centro de peregrinación importante para el mundo islámico, solo La Meca y Medina reciben más peregrinos musulmanes. A lo largo de los siglos se han construido numerosos conventos sufíes alrededor del santuario, además de escuelas, hospicios y bibliotecas, convirtiendo la ciudad en el centro del conocimiento y la teología chií.

El lugar más destacado de la ciudad es la Mezquita y Santuario del Imán Alí, yerno y primo de Mahoma, al que los chiitas consideran sus fundador y primer imán. La Mezquita tiene cinco puertas de entrada, una cúpula de oro de 16m de diámetro y dos minaretes recubiertos de lámina de oro. Brilla deslumbrante al sol.


En el exterior hay grandes sombrillas retráctiles que protegen del sol y la escasa lluvia a los peregrinos en las horas de oración. Nos recordaron a los de la ciudad de La Medina, en Arabia Saudí. 

Nos descalzamos,  entramos por separado y pasamos las colas de los controles de seguridad. Las paredes están cubiertas de mosaicos azules con motivos geométricos y florales, e inscripciones coránicas. El patio central tiene losas de mármol blanco y camino por una galería lateral.


La ciudad tiene una historia de 14 siglos, fue fundada en el año 791 por el califa Harún al-Rashid. Bajo el Imperio otomano la ciudad sufrió ataques de las tribus árabes del desierto y tuvo escasez de agua por un cambio de curso del río Éufrates. El número de casas habitadas cayó de 3000 a sólo 30 a comienzos del s. XVI. La carencia de agua se solucionó en 1803 con la construcción del canal de Hindiyya, y la población aumentó.

Los otomanos fueron expulsados en un levantamiento en 1915. Posteriormente la ciudad cayó en manos del Imperio Británico, pero los jeques de Nayaf se rebelaron en 1918 y mataron al gobernador británico. Como venganza los británico sitiaron la ciudad e impidieron el abastecimiento de agua. La rebelión fue sofocada y acabó con el poder de los jeques. 





La sala de oración principal es impresionante, tiene columnas y suelos de mármol, grandes lámparas de cristales, y paredes y techos relucen con mosaicos de espejuelos, que dan una luz plateada.  Las mujeres con sus abayas negras deambulan por las salas. 




Bajo la cúpula se encuentra la Tumba del Imán Alí. El asesinato de Alí lo convirtió en mártir y provocó la división entre sunitas y chiitas. Su tumba es venerada, aunque otros musulmanes creen que está enterrado en Mazar-e Sarif, en Afganistán. Para llegar tengo que pasar por otra aglomeración de mujeres apretujándose, como en Kerbala, porque la entrada y las galerías son varios cuellos de embudo. 



La tumba tiene la parte inferior de plata labrada con cinco ventanas con sus rejas iluminadas con una luz roja. La parte superior está cubierta con una tela negra con inscripciones. Toda la sala refulge con los espejuelos, y las mujeres se afanan en tocar la tumba con sus manos y rezar con fervor. En la zona de los hombres, que fotografía Javier, sucede lo mismo.






También se ven las vigilantes con sus plumeros, que controlan las infracciones, empujar demasiado, hacer fotos indebidas o estar demasiado tiempo tocando las rejas. Consigo hacerles fotos a ellas. En teoría está prohibido fotografiar las tumbas, pero hacen la vista gorda. Algunas de las peregrinas también usan sus móviles para llevarse el recuerdo de las tumbas y del lujo de las salas.



Al salir encontramos un peregrino de Lahore (Pakistán) con sus hijos. Le decimos que conocemos su bella ciudad y nos hacemos una foto. 


La Mezquita de Kufa está a 9,5km de distancia de la Mezquita del Imán Alí, y vamos en uno de los taxis amarillos por unos pocos dinares. Es una de las mezquitas más antiguas que se conservan en el mundo, finalizada en el año 679 d.C. Como la de Nayaf, también tiene una cúpula dorada y cuatro minaretes con mosaicos azules, rematados por un bulbo dorado. Además tiene una torre del reloj. Caminamos descalzos por los grandes patios con losas de mármol.






Según las creencias chiitas, desde la Mezquita de Kufa comenzó el Diluvio Universal como castigo divino para sumergir la tierra,  donde Noé construyó su arca para salvarla, y también fue el lugar desde donde se reabsorbió el agua. 

Las salas de oración alfombradas tienen las paredes revestidas de mosaicos vidriados que iluminan las grandes lámparas. Todo es brillante. Las tumbas tienen su parte inferior de plata labrada, y están cubiertas por telas negras con inscripciones. Los peregrinos se acercan a ellas con devoción y tocan las rejas. Veo alguna vigilante limpiando las rejas.






Hay amplias galerías en el exterior de la Mezquita, con columnas, techos de vigas de madera y lámparas de cristal. El suelo está alfombrado y los grupos de hombres y mujeres rezan allí, algunos guiados por un imán. 

En esa zona pueden juntarse hombres y mujeres, y me encuentro con Javier. A él es fácil distinguirlo con su camisa; en cambio con mi abaya negra es difícil reconocerme entre el mar de abayas. Paseamos un poco más y nos vamos colmados de tanta espiritualidad. Ha sido como estar inmersos en un documental. Seguimos abrumados por las impresiones de estos dos últimos días y por el ambiente de fervor de las multitudes de peregrinos.



sábado, 15 de noviembre de 2025

IRAK: LA CIUDAD SANTA DE KERBALA

 




Kerbala es la ciudad santa chií, lugar de peregrinación. El chiismo es la rama más conservadora del Islam. Visitamos la Mezquita y los Santuarios del Imán Hossein y el de Abu Fadhl Abbas, el medio hermano de Hossein. Me puse la abaya negra y fuimos caminando desde el Hotel Coral Kerbala, a poca distancia. Por las calles peatonales de la zona se ven numerosos grupos de mujeres con sus abayas negras entre los peregrinos. El perímetro está vigilado por militares uniformados y hay que pasar controles de seguridad, entrando en una zona peatonal.

Primero rodeamos el Santuario con la puerta principal con una torre de reloj, decorado con mosaicos azules y dorados formando dibujos geométricos. Tiene siete puertas de entrada, una cúpula dorada y dos minaretes.




Javier y yo nos separamos para entrar por las puertas correspondientes a hombres y mujeres. Descalzos y emocionados emprendemos el recorrido. La vigilante mira el contenido de mi bolso y me palpa con suavidad. 

El interior es espectacular, con puertas en arco, mosaicos azules con dibujos geométricos y mosaicos de espejo brillante que reflejan la luz de las lámparas. Y el ambiente es impresionante. Cientos o miles de mujeres con abayas negras llenan las salas: unas rezan en el suelo alfombrado, otras realizan el recorrido, sentadas en las capillas y entrando y saliendo de los santuarios.





Hago una larguísima cola para ver las tumbas veneradas. Una masa de abayas me rodea y nos apretujamos. Hay que pasar de una sala grande a otra más pequeña por una puerta estrecha, es una masa informe de abayas negras comprimiéndose en un pasillo estrecho, como un cuello de embudo.

Las mujeres rezan con fervor, se tocan el pecho, algunas lloran emocionadas y alargan los brazos para tocar la tumba. Las vigilantes tocan con unos plumeros a quienes cometen alguna infracción como hacer fotos cuando no se debe, empujar demasiado en la cola o quedarse demasiado tiempo tocando la tumba. A mí me tocan con el plumero un par de veces por las fotos y porque se me desabrocha el alfiler del cuello de la abaya. 



La tumba es dorada refulgente, con cuatro ventanas en arco iluminadas en verde y con rejas de plata. Algunas mujeres recitan en voz alta versículos del Corán, otras lloran y se emocionan. Todas quieren tocar con sus manos la tumba y las rejas, y alargan los brazos antes de llegar. Consigo salir de la masa de abayas y es un alivio regresar a la gran sala, con menos aglomeración.









En el exterior vemos un cortejo funerario llevando a cuestas un ataúd de madera con inscripciones. Salen del Santuario, después de bendecir al fallecido, y colocan el ataúd sobre el techo de una furgoneta, para llevárselo a su descanso eterno. Más tarde vemos otro cortejo funerario entrando en la sala abarrotada, con los familiares transportando el ataúd a cuestas. Un curioso ritual.









En el otro Santuario hay una tumba menor, dorada en la parte superior y plateada en la inferior, con tres ventanas iluminadas de verde. 



Todas las mujeres llevan abayas negras, excepto una joven con un estampado blanco y negro que parece un atrevimiento. Un detalle curioso es que los grupos de mujeres que peregrinan juntas, para reconocerse entre la multitud, llevan un pañuelo o un trozo de tela de color azul prendido con un imperdible en la espalda.







Cuando salimos cada uno de su zona y nos reencontramos, ha anochecido. Estamos abrumados por todo lo que hemos presenciado. Javier fotografía la zona de los hombres y las piezas redondas que colocan en el suelo para rezar apoyando la frente. Hemos vivido una experiencia única y nos intercambiamos impresiones. 

Por la noche la escena de los santuarios y la Mezquita con sus minaretes y su cúpula dorada iluminados es de gran belleza, y hay mucho ambiente con familias y gente paseando y sentados en las losas del suelo, en esteras y alfombras. Paseamos entre los cientos de peregrinos mientras se escucha el canto del muecín.