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martes, 6 de diciembre de 2022

EL LAGO DEL P.N. MORNE TROIS PITONS

 

Una furgoneta nos llevó desde Rosseau a Laudat, la población base para visitar el Parque Nacional Morne Trois Pitons (Tres Picos Sombríos). La vegetación verde nos rodeaba, como en todo el viaje. Helechos gigantes, grandes árboles, palmeras, flores. 

Caminamos hasta llegar al Lago Freshwater. Era el mayor lago de los cuatro de Dominica. Las montañas se reflejaban en la superficie lisa del lago, rodeado de verdor y con un cielo azul con alguna nubecilla blanca. Un bonito lago de montaña. En un extremo había alguna barca tras una zona de boyas. Un letrero advertía de la prohibición del baño fuera de las boyas, por riesgo de succión.


Había una cabaña con el Centro de Interpretación y un pequeño bar. En el Centro los paneles explicaban que el Parque Nacional Trois Pitons tenía 50 fumarolas, piscinas termales, lagos, estanques, el Boiling Lake, de aguas calientes y 5 volcanes. Además, poseía la mayor diversidad de las Antillas.

En el porche del bar picamos algo contemplando el lago. Pedimos empanadas de pollo y cervezas. Al volver a la intersección de la carretera para coge el bus, nos paró un chico rastafari que iba hacia Rousseau y nos llevó mientras nos daba charla. Un ejemplo de la amabilidad caribeña que encontramos en nuestro viaje.

martes, 2 de mayo de 2017

LOS ACANTILADOS DE LA ISLA DE YEYU


Un Ferry nos llevó desde la población de Wando a la isla de Yeyu, en un trayecto de tres horas. Yeyu era una isla volcánica, formada a partir de un derramamiento de lava. Era conocida por sus mujeres buceadoras, sus acantilados de basalto, el volcán Seogsan Ilcheon-bong, las cuevas de lava Mangjang-gul, y el Parque Hallasan, los dos últimos Patrimonio de la Humanidad.

Los acantilados de lava basáltica tenían un nombre complicado, Jusangjeollidae. Eran formaciones espectaculares, enmarcadas por pinos y flores amarillas junto al mar. Las columnas rectangulares se formaron al enfriarse y contraerse la lava al contacto con el mar. Se extendían a lo largo de 2km de costa y tenían entre 140.000 y 250.000 años de antigüedad. Las columnas eran poligonales y tenían cinco o seis lados.

Recorrimos las pasarelas contemplando los acantilados desde diferentes ángulos. Eran un precioso ejército de columnas entre aguas verdes y azuladas.

 


Alrededor, y esparcidas por toda la isla, había algunas “piedras de abuelo”, estatuas de piedra negra fálicas con un carácter protector. Decían que eran primos lejanos de los moai de la isla de Pascua, en pequeño.




Las cuevas de lava Manjang-gul eran grandes túneles de 7,3km de longitud, aunque sólo podían recorrerse 1km. La entrada era una gran boca y la altura variaba entre 2m y 23m en la gran Allí vivían murciélagos, arañas y otras especies. Las rocas estaban húmedas y formaban estalactitas y estalagmitas. Los niveles de lava se marcaban en la pared con diferentes colores por los carbonatos de su composición, acanalando la roca. Al final de la cueva había un gran pilar de 7,6m de altura. Leímos que en la isla de Yeyu había 160 túneles de lava.



Otra curiosidad de la isla eran las mujeres buceadoras, que aprendieron a bucear a pulmón libre. Como el arroz no crecía en la isla y cuando los hombres desaparecían durante semanas en los barcos de pesca, las mujeres se dedicaron a pescar entre las rocas. La edad media era de 65 años, incluso algunas con 80 años, aunque cada vez quedaban menos. Una muestra de adaptación y del carácter del pueblo coreano.  



© Copyright 2021 Nuria Millet Gallego




sábado, 21 de enero de 2017

LAS SALINAS DEL LAGO ASSAL



La llegada al Lago Assal en Djibouti fue impactante. Pasamos la Bahía de Goubet (Bahía del Demonio), que se extendía serena y azul. El entorno era árido y pedregoso,  y de repente apareció el lago bajo la carretera. El lago Assal estaba en un cráter rodeado de volcanes dormidos, en una depresión a 155 metros bajo el nivel del mar. Era el punto más bajo de África y el tercero del mundo después del Mar Rojo y el Lago Tiberíades en Oriente Medio. Tenía una superficie de 52 km2.



Lo que más destacaba del lago eran sus aguas verde esmeralda y azul turquesa, rodeadas de salinas de un blanco deslumbrante. Porque era un lago salado, sin peces, ya que la vida no era posible en él. El agua contenía diez veces más sal que la del Mar Muerto. La sal y la piedra caliza formaban playas de media luna. El paisaje provocaba una sensación de grandeza y desolación.



Nos acercamos a la orilla y probamos el agua. La temperatura exterior era de 30º y el agua era cálida. El suelo era una superficie de pequeñas aristas, cristales de sal cortante que crujía con nuestras pisadas. Íbamos con sandalias porque descalzos no hubiera sido posible. Nos mojamos hasta media pierna, al salir y secarnos se formó una costra de sal blanca en la piel. La sal era tan blanca que a veces parecía nieve.



Un hombre solitario picaba el suelo y colocaba la sal en sacos que luego transportarían los dromedarios de una sola joroba, en ruta hacia Etiopía. Habíamos visto algunos en el trayecto. Las salinas habían sido excavadas durante siglos por los nómadas Afar que comerciaban con ella en largas caravanas. Al despedirnos del lago imaginamos como sería formar parte de una caravana en la Ruta de la Sal.


martes, 2 de diciembre de 2014

PLAYAS DE NICARAGUA

 
 



En un viaje las playas no son mi prioridad, es el conjunto del país lo que me interesa y despierta curiosidad, pero no dejo de admirar su belleza ni de disfrutarlas. Con un litoral de 2.141km, Nicaragua es uno de los países del mundo dotado de playas paradisíacas de gran belleza. Tal vez no tengan el renombre de otros lugares, pero sin duda lo merecen.

Los Pearl Keys (Cayos de la Perla) eran maravillosos islotes de arena blanca con palmeras, rodeados del verdeazulado mar Caribe. Se llega a ellos en barca desde Bluefields, una población de la costa caribeña, considerada el corazón de la cultura criolla, con población negra, algunos rastas y música reggae. Tienen la particularidad de que su primera lengua es el inglés. Los Cayos son unas dieciocho islas, y la mayoría son propiedad privada de suizos, canadienses o americanos ricos. De todos modos, los dueños casi nunca están, y más o menos toleran que las barcas con turistas hagan una parada en la isla en su ausencia.

 

A las Islas del Maíz puede llegarse también desde Bluefields, en un corto trayecto de veinticinco minutos de avioneta o en varias horas de barco, cuyas salidas no son diarias. Estábamos dispuestos a ir en barco, pero nuestro transporte “se fregó”, según nos dijeron en Capitanía General, y optamos por la avioneta. Antes de partir, además de pesar el equipaje, nos pesaron a todos los pasajeros.

En las islas del Maíz, puede hacerse buceo con tubo para ver pecios, además de peces entre corales. Se puede nadar entre restos de galeones españoles hundidos, con sus grandes anclas y cañones oxidados.  




Además hay fantásticas playas fluviales de agua dulce alrededor del Lago Nicaragua, por ejemplo en la idílica Isla Ometepe, como la Playa Santo Domingo, Charco Verde o Playa Bancón, desde las que se contempla el cono perfecto de los volcanes nicaragüenses.
Otras playas como la de Jiquilillo, en el litoral del Pacífico, tienen encanto por conservar su vida marinera, con la salida diaria de barcas de pescadores. Jiquilillo tenía la arena más oscura de origen volcánico. Por tener más oleaje son las preferidas por los surferos de todos los rincones.
 
© Copyright 2014 Nuria Millet Gallego

VOLCANES DESPIERTOS Y SEÑALES





Nicaragua es un país de selvas, lagos y volcanes. Tiene más de veinte volcanes, y siete de ellos están activos. Lo que no imaginé era encontrar en varios lugares señales indicando la ruta de evacuación.

La última erupción fue la del Volcán San Cristóbal en 2012. Los volcanes estaban presentes en todo el país: el Mombacho con su cono perfecto en la ciudad colonial de Granada, el Concepción y el Maderas en la isla de Ometepe o el Momotombo en la ciudad colonial de León fueron algunos de los que vimos. Ascendimos al Volcán Masaya, conocido como “Puerta del Infierno”. Había entrado en erupción en 2003, provocando una nube de 4,6km. de altura, según leímos. Debido al terremoto del 10 de abril del 2014, el Instituto Sismográfico había anunciado riesgo de movimientos telúricos. Por eso y por el aumento de emisión de gases sulfurosos tóxicos habían cerrado el último tramo de ascensión al volcán, una escalera de 170 escalones. Aún así, pudimos asomarnos al borde del cráter y vimos la fumarola. Un paisaje árido y fantasmagórico, un tanto inquietante.



Otra señal curiosa fue la del cangrejo, encontrada en la isla de Ometepe en el Lago Nicaragua. El país tiene costa en el Pacífico, costa Caribe, y numerosos lagos y ríos. Así que abunda el pescado y los crustáceos como langostas, camarones y cangrejos. Íbamos en bicicletas, por senderos paralelos a la playa, pero ningún cangrejo se cruzó en nuestro camino. Otras aventuras nos esperaban.


© Copyright 2014 Nuria Millet Gallego

PINTURAS NICARAGÜENSES


 
Coloridas, abigarradas, repletas de figuras, mujeres con vestidos multicolores y hombres con sombreros trabajando la tierra o en festividades, casas de tejadillos rojos, iglesias, y plazoletas. Y siempre dentro del marco de una explosión de naturaleza con verdes montañas, volcanes, lagos y palmeras por todas partes.
Julio Cortázar en su viaje al país en los años ochenta ya se fijó admirativamente en las pinturas nicaragüenses y escribió sobre ellas en su libro “Nicaragua, tan violentamente dulce”, una de las lecturas que me acompañaron.





En las tiendas de artesanía ofrecían pequeños cuadros de escenas de ese tipo, pero fue en galerías donde vimos las mejores muestras. Era un estilo naïf; algunos dirían que con cierto infantilismo o ingenuidad, pero transmitía mucho más. Cada lienzo estaba lleno de pequeños detalles, que atrapaban la mirada del espectador y le hacían fijarse en cada centímetro de lo que plasmó el artista. Pero sobretodo, eran pinturas llenas de vida, una de las múltiples formas de expresar el latido del pueblo nicaragüense.
 

 
 
© Copyright 2014 Nuria Millet Gallego

martes, 26 de abril de 2011

VOLCÁN EL ARENAL

 

Desde Monteverde fuimos a la Laguna Arenal, donde cogimos una barca hasta el pueblo La Fortuna. En la laguna podía verse al fondo el cono perfecto del Volcán Arenal, muy puntiagudo. Cruzamos la laguna de aguas tranquilas y limpias. En la orilla encontramos una garza blanca, dándonos la bienvenida. Nos dijeron que la garza se llamaba Samantha Carolina.


El volcán se distinguía al fondo de todas las calles del pueblo, una mole de presencia imponente. Dimos un paseo a caballo hasta la Catarata La Fortuna. Mi caballo se llamaba Tito. Nos dieron un casco, y nos enseñaron a jalarlo (frenarlo) y coger las riendas para dirigirlo. Si el caballo bajaba por desniveles, debíamos inclinar el cuerpo hacia atrás. Lecciones básicas. Con una mano cogíamos las riendas y con la otra nos agarrábamos a la silla de montar. En el camino cruzamos un par de riachuelos. El volcán vigilaba nuestro camino.

Al cabo de un rato llegamos a la Catarata La Fortuna. A lo lejos se distinguía la catarata entre la espesura. Bajamos bastantes escaleras, cruzamos un río por un puente colgante y nos encontramos frente a la catarata de 70m de altura, entre helechos y entorno selvático. El chorro caía espumoso y con fuerza en una poza de aguas verdes. Nos bañamos en las aguas frescas, que aliviaron el calor del camino. En el camino de regreso el caballo se volvió más díscolo y trotón, tal vez por las ganas de llegar al establo. 



Visitamos el Santuario de plantas y mariposas. Había orquídeas, aves del paraíso y otras flores. En un recinto cerrado estaban las mariposas, que solo dejaban de revolotear para probar el néctar dulce de los trozos de piña madura. En el camino de regreso el caballo se volvió más díscolo y trotón, tal vez por las ganas de llegar al establo. 




Al día siguiente hicimos una caminata para acercarnos lo más posible al volcán, todo lo que estaba permitido. En Costa Rica había más de 300 volcanes. El volcán El Arenal tenía 4000 años de antigüedad y en ese periodo había erupcionado diez veces, la última en 1990. Antes estaban permitidas las excursiones por la ladera y se veía la lava. Pero fallecieron dos personas y un guía por las emanaciones tóxicas, y se prohibió. Se veían fumarolas en el lateral derecho.

Caminamos por la jungla entre raíces de árboles y hojarasca, subimos tramos muy empinados. El ambiente era muy húmedo y bochornoso. Llegamos a un mirador con el imponente volcán frente a nosotros. Se distinguían la formación de piedras de lava que se acumulaban hasta que algún día cayeran en avalancha, como un alud de nieve. La ladera del volcán era una mezcla de cenizas y grupos de árboles verdes. Para volver seguimos el cauce de un río seco lleno de piedras de lava y cenizas. Se hizo de noche y sacamos las linternas. La caminata fue de dos horas y nos ganamos la cena.