domingo, 14 de enero de 2018
LOS WADIS OMANÍS
viernes, 1 de septiembre de 2017
LIBREVILLE Y LA BODA EN LA PLAYA
Libreville, la capital de Gabón, se extendía a lo largo de 15km de la costa del Océano Atlántico. Fue fundada por esclavos liberados por las autoridades francesas de un navío brasileño. Su nombre significaba “ciudad libre” en francés.
Al principio al del
viaje nos alojamos en el céntrico barrio Louis, y al final en el Hotel Tropicana,
de construcción blanca, y situado en la playa entre un gran palmeral. El
aeropuerto estaba cercano. Las playas del estuario tenían altas palmeras
y arena dorada. Se veían algunas canoas hechas de troncos de árbol vaciados.
Los niños jugaban y se bañaban, y su piel parecía barnizada por el agua y la
luz del atardecer. En la playa había grandes troncos secos varados en la arena;
los gaboneses que paseaban por allí los utilizaban para sentarse a contemplar
el mar y así lo hicimos.
Al atardecer encontramos una boda en la playa. Una multitud se arremolinaba en grupos. La novia llevaba vestido blanco y el novio traje gris. Las mujeres llevaban sus mejores galas, vestidos de estampados coloridos, con la pañoleta o turbante en la cabeza a juego.
Unos chicos
tocaban tambores y había mucho ambiente. Les pedí permiso a las mujeres para
fotografiarlas, y todas sonreían y posaban orgullosas. Las niñas llevaban
peinados fantasiosos de trencitas. Aquellas escenas de gran colorido y
animación fueron una buena despedida de nuestro viaje a Gabón.
Vimos la Catedral de Saint-Marie de 1958. Nos gustó más la Iglesia de Saint Michel de Nkombo, que tenía columnas de madera labradas con figuras bíblicas y leyendas africanas, y un mural pintado en la entrada. Todo hecho por el artista Zéphirin Lendogno en 1949. Lo que más nos gustó fue su ambiente. Como era domingo había muchas personas reunidas sentadas en los bancos de la entrada, entre columnas. La mayoría eran mujeres que lucían sus coloridos vestidos y pañuelos estampados. Aquellas escenas de gran colorido y animación, como las de la boda en la playa, fueron una buena despedida de nuestro viaje a Gabón.
miércoles, 30 de agosto de 2017
LA RESERVA NYONIÉ
Desde el Puerto Michel Marine de Libreville cogimos una barca hasta la Reserva Nyonié. Fue un trayecto corto, de una hora, pasando por zona de manglares con sus raíces acuáticas. En el muelle nos recogió un jeep abierto. El sendero era precioso. El hotel era un grupo de bungalows con porches, frente a una playa de arena blanca. Nos sentamos bajo la sombra de un mango y nos invitaron a un aperitivo de Martini blanco con olivas negras.
Por la tarde hicimos un pequeño safari. El paisaje era una mezcla de jungla y colinas alfombradas de verde. Encontramos garzas y varios elefantes, bastante huidizos, que se perdían en la vegetación. Y una manada de treinta búfalos de color rojizo. Paramos en una laguna, rodeada de selva e iluminada por la luz del atardecer. El guía apagó el motor y esperamos para ver a algún animal bebiendo. Pero aquella tarde no tenían mucha sed.
A la mañana
siguiente salimos de caminata por la selva. La selva se despertaba y caminábamos
por el sendero a ritmo ligero. Era nuestra última oportunidad para ver gorilas
en Gabón. Ente la hierba había unas formaciones curiosas de tierra parecidas a
champiñones, de dos palmos de altura. Eran termiteros. Toda la extensión estaba
salpicada de termiteros. Hicimos 13km en tres horas de marcha.
Junto a la pista encontramos un gran espejo entre la hojarasca. Los animales se paraban para ver su reflejo, y una cámara oculta en un tronco los fotografiaba. Pero sólo nos fotografiamos nosotros. En el hotel conocimos a Xavier Hubert Brierre, un fotógrafo francés que había fotografiado y grabado en vídeos a todo tipo de animales en la Reserva Nyonié: gorilas de espalda plateada, elefantes, búfalos y hasta panteras. Su sistema fue colocar en la selva varios espejos grandes, como el que vimos, que distraían a los animales cuando topaban con ellos. Les sorprendía su reflejo y a veces pensaban que era otro de su especie. Había conseguido captar algún pangolín y hasta leopardos en la noche. Sus fotos adornaban las paredes del comedor del hotel. Xavier y su mujer Anne Marie, llevaban años yendo allí por temporadas. No tuvimos la suerte de ver ningún gorila, pero disfrutamos mucho del paisaje selvático de la reserva Nyonié.