sábado, 4 de septiembre de 2021

LOS LAGOS Y CASCADAS DE PLIVITCE

 

Desde Zadar fuimos a visitar el Parque Nacional Plivitce. Era Patrimonio de la Humanidad, el mayor espectáculo natural de Croacia. Lo describían como un laberinto verde en un valle entre montañas, grutas y acantilados con 16 lagos turquesas de aguas cristalinas que vierten sus aguas a través de cascadas y cataratas.

Había varias entradas. Preferimos empezar en la entrada 2 porque accedía a los Lagos Superiores, y luego descender a los Lagos Inferiores. Desde la entrada caminamos hasta un tren panorámico que nos llevó a la Station 3 en la parte superior. Allí empezamos la caminata por un paisaje precioso. Había 18km de puentes peatonales y pasarelas de madera serpenteando entre los lagos. Las pasarelas atravesaban bosques de abetos, hayas y pinos. Los lagos tenían color turquesa y verde esmeralda intenso, y todo estaba rodeado de vegetación con musgo y hojarasca.


El color turquesa del agua variaba según la concentración de minerales y microorganismos, las precipitaciones y el ángulo del sol. Hacía un día soleado de limpio cielo azul y todo estaba espectacular. El agua estaba muy transparente y se veían peces nadando. Encontramos cascadas preciosas, enmarcadas por la hojarasca verde y vegetación.

La atracción principal no eran los lagos sino los cientos de cascadas que los conectaban. Casi toda el agua procedía de los río Bijala (Blanco) y Crna (Negro). Todo su caudal desaguaba en el río Korana, el escultor que corría a través de los karts y daba forma al espacio natural.






Tras varias horas de caminata, comimos en un merendero del parque bureks de queso, los hojaldres típicos. Luego cogimos un barco impulsado por electricidad y silencioso por el Lago Proscanski. El trayecto fue precioso contemplando los reflejos de la vegetación de las orillas en el agua. Era un espejo tranquilo. El barco nos llevó del Puerto 2 al Puerto 3, y allí seguimos la ruta por los Lagos Inferiores. Se formaron en cavidades creadas por el agua de los Lagos Superiores. El musgo y las algas absorbían el carbonato cálcico y las plantas incrustadas crecían unas sobre otras, formando barreras de travertino y creando cascadas.





Rodeamos el Lago Kozjak de 4km de longitud, el más grande y fuimos hasta la Veliki Slap, la cascada más alta de Croacia con 78m de altura. En teoría era la guinda del parque y de nuestro recorrido, pero llevaba poca agua y eran varios hilillos sobre la negra roca. Nos gustaron más otras cascadas. Recorrimos 12km de la ruta H y estuvimos seis horas en el parque. El color turquesa intenso de los lagos entre las ramas de los árboles era único. Disfrutamos mucho de la visita del Parque Plivitce, un Patrimonio merecido. Una maravilla.






jueves, 2 de septiembre de 2021

SPLIT

 

Empezamos el viaje por Croacia en Split, una ciudad costera en el Adriático con imponentes murallas del s. XVII, que se construyeron como protección ante los otomanos.

El Palacio Diocleciano se construyó en el s. IV con piedra blanca de la isla de Brac, mármoles de Italia y Grecia y 12 esfinges egipcias que ordenó traer el emperador. Tenía muros de 26m y conservaba las cuatro puertas de entrada llamadas Oro, Plata, Hierro y Bronce. No era exactamente un palacio, sino un laberinto de calles estrechas llenas de vida, pasadizos y patios. El recinto albergaba 200 edificios históricos, de piedra y con buhardillas, y vivían unas 3000 personas. Era una mezcla de restos romanos con ciudad medieval, un merecido Patrimonio de la Humanidad.


Junto a la Puerta había una enorme estatua negra de Gregorio de Nin, un monje del s. X que luchó porque se oficiaran las misas en croata antiguo en lugar de en latín. Su pulgar del pie derecho brillaba de tanto frotarlo, ya que decían que daba suerte y se volvía a Split. Lo frotamos, claro.

Nos sorprendió el lujo de que las calles estuvieran empedradas de losas de mármol dorado. Era como pisar el suelo del interior de una catedra, muy pulido



Una de los rincones más bonitos era el Peristilo romano clásico con seis columnas, entre las que había una esfinge de granito negro del s. XV. Por las noches nos sentamos en los escalones de mármol a escuchar la música en directo: “Hey Jud”, “Stand by me” o “Sounds of Silence”, entre otras muchas.

Junto al Peristilo había una construcción circular con una abertura redondea en el techo, como un gran ojo de cielo azul.




                

La Catedral San Domnión (o San Duje) era de planta octogonal con un campanario, rodeada por una columnata que tuvo 24 columnas. Se construyó como mausoleo para Diocleciano. Vimos el tesoro con reliquias, iconos, cálices, casullas y manuscritos en alfabeto glagolítico (el alfabeto eslavo más antiguo que se conoce, creado por monjes bizantinos en el s. IX). Había un coro con sillería labrada. 

Bajamos a la Cripta Santa Lucía y entramos al Batipsterio abovedado, con una estatua negra y peculiar de San Juan Bautista, del escultor Mestrovic.









Subimos al campanario románico de la Catedral para contemplar las vistas del casco histórico de Split, un mosaico de tejadillos rojos con verdes colinas junto al mar azul.


Paseamos por el Puerto Marítimo que llamaban Riva, con jardines y repleto de terrazas de restaurantes y cafeterías. Por aquella zona había una gran plaza porticada. Otro de los muchos preciosos rincones de Split.