sábado, 30 de octubre de 1999

EL ENCANTO DE GEORGETOWN


En la Península de Malaca cruzamos por un largo puente hasta la isla de Penang. Georgetown era la capital de Penang. Callejeamos y cogimos un rickshaw de bicicleta para dar una vuelta por la ciudad. Fue un paseo agradable, y sentados se veían las cosas desde otra perspectiva. Recorrimos el Paseo Marítimo, el Parque Padang, el Fuerte Cornwallis, el barrio de pescadores, Chinatown y sus templos chinos, y la Pequeña India. 

El ambiente era una mezcla de chinos, indios de piel oscura, malayos y musulmanes, cada uno con su indumentaria particular. Malasia era una atractiva mezcla de culturas.


Muchos de los edificios de Georgetown eran del s. XIX. Eran casas bajas de una o dos plantas con porches, y comercios en los bajos, Se veían muchos carteles con caracteres chinos. Los pisos superiores tenían las ventanas arqueadas y pintadas de colores. Los tejadillos eran descendientes y las fachadas de diversos tonos amarillo, rosado, verde manzana o marfil. 

También había edificios modernos y rascacielos, como la Torre Kumar, de sesenta y pico pisos. En la calle Penang había muchos comercios antiguos y tiendas de artesanía que mezclaban objetos chinos, indonesios o indios.



La Pequeña India estaba llena de tiendas de saris de seda de colores, y de guirnaldas de flores como ofrendas. Olía a incienso, jazmín y a curry con especias picantes. En los restaurantes servían los chapatis y el yogur lassi. El templo hindú que vimos mantenía su estilo colorista y naïf, lleno de estatuillas y figuritas de dioses. 

En el Paseo Marítimo había mucho ambiente. Algunos pescaban, otros dormitaban acariciados por la brisa marina, las familias paseaban y los niños jugaban y hacían volar sus cometas en el parque. El agua del mar tenía un color azul verdoso, aunque estaba nublado.

Al día siguiente cogimos el Funicular, que ascendía por la colina repleta de vegetación de jungla boscosa, en un ángulo de 45 grados. El primer tramo fue de unos 15 minutos, luego hicimos transbordo y cambiamos de funicular, y finalmente llegamos a la cima. La vista era espectacular: toda la ciudad de Georgetown con sus rascacielos emergiendo frente al mar salpicado de barcos, y al otro lado el lago puente que unía la ciudad con la Península.


En la cima estaba el Templo Kok Lok Si, el templo budista más grande de Malasia. Era de 1890, aunque se tardó 20 años en la construcción, y todavía edificaban nuevas pagodas. La Pagoda Torre era de estilo birmano, pintada de blanco con una corona dorada. Tenía unos 30m de altura y podía subirse hasta el último piso. Los tejadillos de las pagodas de estilo chino, y el resto de estilo tailandés. 

Se accedía a través de una escalinata de piedra, con tiendas religiosas y de artesanía a los lados. Ofrecían figuritas de Buda de todos los tamaños, posturas y expresiones;  de madera, de jade, de hueso o de marfil. Coincidimos en la visita con un colegio de niños uniformados que jugueteaban por las escaleras. En la entrada había un estanque de aguas verdosas lleno de tortugas, que se amontonaban unas sobre otras.


En todo el templo olían las varitas de incienso que se quemaban en los grandes pebeteros de bronce. La gente se colocaba frente a las figuras de Budas y juntaban sus manos, haciendo una leve inclinación. En la cima de la colina había varios hoteles, restaurantes, una pequeña mezquita con cúpulas amarillas y un templo indio.  





Viaje y fotos realizados en 1999

 

viernes, 15 de octubre de 1999

EL PARQUE NACIONAL BAKO


La isla de Borneo albergaba muchas maravillas. Desde Kuching fuimos a visitar el Parque Nacional de Bako, uno de los más antiguos en la región de Sarawak. Estaba formado por islas, acantilados, promontorios rocosos y bahías de arena blanca, en la desembocadura de los ríos Bako y Kuching. 

En el embarcadero de Kampong solicitamos el permiso para entrar al parque, pagamos la entrada y cogimos un barco. En la oficina nos indicaron varias rutas de senderismo marcadas, con el tiempo de recorrido. El archipiélago de las islas Perhentian estaba formado por dos islas principales: Pulau Perhentian Kecil (la pequeña) y Pulau Perhentian Besar (la grande).




Empezamos por el camino Sapi hasta lo alto de la colina, desde donde había una panorámica de la playa de la isla, con un denso palmeral y vegetación. El Camino Kecil y Besar atravesaba la jungla con pasarelas sobre terreno pantanoso. Vimos las temidas sanguijuelas, que chupaban la sangre y que solo podían desprenderse del cuerpo quemándolas con un cigarrillo. 

Había manglares y raíces de árboles entrecruzadas en el suelo formando un entramado. Gran parte del camino era sombreado y solo se filtraban unos rayos de sol a través del follaje. Observamos los bichitos: orugas, ciempiés, mariposas, hormigas gigantes, arañas.




A la playa de Besar no se podía acceder pues un cartel advertía que bajar por el acantilado no era seguro y podía resultar peligroso. La contemplamos desde arriba. Luego fuimos a la playa de Kecil, preicosa y salvaje, una bahía grande bordeada por vegetación frondosa y con rocas de formas caprichosas. Atamos las mochilas a una rama, por si venían monos, y nos montamos un picnic con los víveres que llevábamos. Allí nos zambullimos en el agua y nos dimos unos baños deliciosos.






Viaje y fotos realizados en 1999

lunes, 11 de octubre de 1999

LOS TATUAJES MALAYOS DE LOS IBAN


En el viaje por Malasia fuimos a conocer a los Iban. Era el grupo étnico más grande de los Dayak que poblaban la región de Sarawak, en la isla de Borneo. Los tatuajes formaban parte de su cultura. Vimos varios hombres con la espalda, brazos y muslos tatuados. En la espalda los tatuajes eran de flores y motivos geométricos. 

Desde Sibu fuimos en barca a Kapit, con un barquero llamado Aki. Primero navegamos por el río grande principal, el Batang Rajang, y luego nos metimos por el afluente Batang Balleh. En las orillas había dos muros de vegetación densa y los árboles estaban forrados de verde hojarasca.


Llegamos a un palafito longhouse, la casa comunal donde dormimos. En la casa alargada vivían varias familias, y tenía un porche común. Era una casa antigua tradicional. La madera se veía gastada con el color gris que proporcionaban muchos años de lluvias monzónicas. Estaba junto al embarcadero, y desde la habitación veíamos el río. 

Había electricidad por un generador que se encendía a las seis, cuando oscurecía, hasta las diez en punto de la noche. Tenían cocina de leña y también una encimera de gas. En grandes vasijas guardaban el arroz. En un rincón tenían una balanza y una vieja máquina de coser Singer. En otro guardaban una escopeta de caza y machetes. Antiguamente los Iban eran guerreros cortadores de cabezas. Vivían de la caza y la pesca. Vimos como desenredaban y cosían las redes de pesca, en el embarcadero.





Cenamos sentados en esteras en el suelo: pescado asado, con verduras y arroz de acompañamiento, y de postre lichis. Las esterillas las elaboraban las mujeres. Se puso a llover con fuerza y comentaron que hacía unos años el agua del río llegó hasta el nivel de la casa donde estábamos. Y eso que era un palafito, construido sobre pilotes altos. Las lluvias monzónicas y las crecidas del río eran una amenaza para ellos.

Después de la cena salimos al porche, nos sentamos en las esterillas y se nos unieron los vecinos a charlar. Solo Aki y otro chico joven hablaban un poco de inglés; los otros solo hablaban el bahasa malayo. Pero conseguimos entendernos. Una mujer que estaba a mi lado mascaba nuez de betel. Los niños curioseaban y alborotaban por allí. Tuvimos los mejores anfitriones y fue una buena experiencia.





Viaje y fotos realizados en 1999



lunes, 4 de octubre de 1999

LOS ORANGUTANES DE SEPILOK EN BORNEO

Desde Kota Kinabalu, la capital de Sabah, fuimos en autobús a la ciudad de Sandakan. A 18km estaba el Santuario de Orangutanes de Sepilok. Allí nos mostraron un vídeo que explicaba como los orangutanes iban perdiendo su hábitat natural, la jungla boscosa, ya que cada vez había más plantaciones de palmeras y cultivos. Si encontraban algún orangután en una zona de jungla aislada, lo capturaban durmiéndolo con un dardo narcótico y los trasladaban a otra zona de jungla más extensa. También mostraban la labor del orfanato de orangutanes, que se ocupaba de alimentar y cuidar a las crías.

Sepilok era uno de los cuatro grandes santuarios de orangutanes que había en el mundo, y los ejemplares de pelo rojizo eran característicos de Borneo. “Orang” significaba “persona” en bahasa malayo. Y “Orang-utans” significaba “gente del bosque”

Después nos trasladamos a unas plataformas de madera entre los árboles, donde diariamente ofrecían comida a los orangutanes. Llegaron columpiándose por las ramas y moviéndose entre nosotros. Eran de pelaje muy rojizo, que brillaba al sol, y tenían la cara oscura. Empezaron a comer las bananas.


 

El orangután más grande que vimos tendría tal vez mi tamaño. Decían que algunas hembras podían llegar a medir 2,4m de altura y pesar unos 100kg, pero no vimos ejemplares tan grandes. Las crías se abrazaban por los hombros y no dejaron de abrazarse ni para comer. El más grande cogía las bananas con una sola mano, las pelaba con la boca y ayudándose con la lengua las engullía, como si comiera pipas. Cuando se saciaron estuvieron saltando entre las ramas, colgándose de un brazo o de una pierna, balanceándose, rascándose y mirándonos.



Dimos un paseo sin guía por la jungla. Antes nos registramos en el libro del parque, indicando nuestros nombres, nacionalidad y hora. Nos advirtieron que no les ofreciéramos comida, ni intentáramos tocarlos y que vigiláramos nuestras mochilas. Seguimos las pasarelas elevadas, cruzando algún puente sobre zonas pantanosas. Era emocionante escuchar los sonidos de la jungla y mirar las alturas de los árboles por si veíamos algún orangután. 


Encontramos dos orangutanes jóvenes, caminando hacia nosotros. Nos quedamos parados y se acercaron hasta casi tocarnos. Pudimos hacerles varias fotos y primeros planos de su cara. Pero uno de ellos estiró la mochila de Javier y le rompió un asa. Nos confiamos demasiado. Podían haber dado un estirón más fuerte y llevarse la mochila. Retrocedimos discretamente y los dejamos tranquilos en su hábitat, mientras nos miraban alejarnos sin inmutarse. Nos pareció que sonreían.



Viaje y fotos realizados en 1999

domingo, 3 de octubre de 1999

EL PARQUE MARINO TUNKU ABDUL RAHMAN

Desde Kota Kinabalu fuimos en barca hasta el Parque Marino Tunku Abdul Rahman. Lucía el sol y el mar y el cielo tenían un azul intenso. En el horizonte se marcaba la silueta de la isla más grande de todas, la isla Gaya. El parque era un archipiélago formado por cinco islas, nosotros fuimos a tres. La primera fue Pulau Sapi. Pulau significaba isla en la lengua bahasa malaya. Era pequeñita y cubierta de vegetación frondosa. Allí pagamos la entrada del parque y estuvimos más de una hora haciendo el primer snorkel.



Vimos corales con forma de laberinto, con forma de dedos con el color más claro en la punta, los que parecían “rosas del desierto”, los verdes en ramificaciones, las estrellas de mar de color azul liloso, los de forma de coliflor, etc. Había peces de todos los colores, formas y tamaños: los cebra con rayas blancas y negras, los payasos rojos con franjas blancas, azul eléctrico con una pincelada amarilla en la cola, amarillos, verdoso, negros con los ojos naranjas fosforescentes…



La segunda isla fue Pulau Mamutik, donde también hicimos snorkel, y la rodeamos en un paseo por la jungla, Los peces no se asustaban de nuestra presencia, ni nos rehuían; al contrario, algunos se acercaban y nos mordisqueaban suavemente las piernas, o se encaraban con nosotros y nos mirábamos fijamente durante unos segundos. También vimos erizos de larguísimas púas, eran negros con manchas blancas y una mancha naranja en el centro.


Vimos una especie de valvas onduladas que se abrían como los labios de una boca, para engullir exquisiteces marinas. Eran como una sonrisa, con el borde de los labios pintado de azul. Hicimos fotos con una cámara submarina desechable de Fotoprix,  que habíamos utilizado en otras ocasiones, y quedamos contentos con el resultado.

 


La tercera y última isla donde buceamos fue Pulau Manukan, que era la segunda más grande del grupo y un destino popular para los malayos de Kota Kinabalu. Allí estaba el único restaurante de las islas, el Coral Garden. El snorkel nos dio hambre y comimos cangrejo y gambas al curry con arroz. Delicioso. Las playas eran paradisíacas, de arena blanca, con trocitos de corales triturados por la erosión de las olas. Regresamos a Kota Kinabalu tras pasar un día fantástico en el Parque Marino Tunku Abdul Rahman. 






Viaje y fotos realizados en 1999