domingo, 30 de octubre de 2016
JIVA, LA CIUDAD DEL DESIERTO
sábado, 29 de octubre de 2016
LA BUKHARA ANTIGUA
LAS MURALLAS DE BUKHARA
miércoles, 24 de agosto de 2016
SHIMKENT
Shimkent,
como otras ciudades de Asia Central, tenía amplias avenidas con arboleda y
comercios con caracteres cirílicos. Lo que más nos gustó de la ciudad fueron sus
Bazares. Los puestos más vistosos eran los de panes redondos horneados
con grabados, frutos secos y cereales. También vendían las bolas de queso salado,
carnes y frutas. Cerca estaba la sección de alfombras orientales.
Desde Shimkent,
fuimos al pueblo de Zhabagly para visitar la Reserva Natural Akhu-Zhabagly.
En la oficina hicieron fotocopia de los pasaportes y pagamos la entrada y
la guía. La guía era una mujer con ropa y calzado urbano, que no sabía una
palabra de inglés, armada con un cazamariposas. Debíamos componer una bonita
estampa los tres. Hizo amago de atrapar un pájaro con el cazamariposas y luego
lo abandonó en una caseta.
Caminamos por una estepa pajiza y ventosa con las montañas en frente, hasta una de las entradas de la Reserva. Luego fuimos por un sendero entre manzanos, paralelo al río. En el suelo había pequeñas manzanas verdes. Atravesamos el riachuelo dos veces por puentes de troncos de madera. A tramos hizo sol y otros estaba sombreado, pero hacía calor. No era un sendero dificultoso y caminamos unas tres horas y media en total. El paisaje tampoco era espectacular, pero fue un paseo agradable.
domingo, 21 de agosto de 2016
ALMATY
Almaty fue la capital histórica de Kazajistán hasta 1998, cuando se transfirió a Astaná (la actual Nursultán). Era una ciudad moderna y próspera, con muchos cafés y restaurantes de lujo. Se veían vehículos de alta gama y el aspecto de la gente era de urbanitas sofisticados. Tomamos té helado con limón y cerveza en una de las terrazas fashion, con aspersores que expulsaban vapor de agua frío para refrescar el ambiente.
El apogeo de Almaty se inició en 1930 con la apertura del ferrocarril entre Turkistán y Siberia, y continuó durante la II Guerra mundial, ya que se instalaron fábricas de la URSS occidental en las que trabajaban numerosos eslavos. En los años 70 y 80, los soviéticos invirtieron mucho dinero para que Almaty se convirtiera en una capital digna de una república soviética, con la instalación de imponentes edificios soviéticos, la Academia de las Ciencias, el Hotel Kazajistán o los Baños Arasan.
Nos alojamos en la céntrica calle Furmanev. Cerca estaba la Plaza República Alany, donde estaba el Palacio Presidencial, la estatua del “Golden Man” sobre un obelisco, y jardines con vistas de las montañas Tian Shan. El Golden Man era un símbolo nacional, vestía una réplica de un traje de guerrero del s. V a.C. con un peto de oro hecho con 4000 piezas engarzadas y un gorro picudo. Estaba sobre un leopardo de las nieves. El traje original se exhibía en un museo.
Luego cogimos al Teleférico
de Almaty, que subía hasta la montaña Kok Tobe, de 1100m. En la cima había un parque
de atracciones con una gran noria, una montaña rusa, camas elásticas,
auto-choques, pasarelas elevadas, cabinas de cine en 7D y de simulación…También
había un pequeño zoo con avestruces, emús, pavos reales y otras aves, y
antílopes con cornamentas tipo reno de Santa Claus. Como curiosidad encontramos unas estatuas de bronce los Beatles. Los niños kazajos disfrutaban
y correteaban por allí. Con el arbolado y los jardines de alrededor era un
sitio agradable para pasea y escaparse de la ciudad. Muchas parejas disfrutaban
de la tarde de domingo y tomaban helados. La ciudad se extendía a los pies de
la montaña con sus altos edificios.
jueves, 28 de abril de 2016
LA HABANA VIEJA
Resumir los atractivos de La Habana es una difícil tarea, pero intentaré describir algunos de ellos. Nos alojamos en la céntrica calle Campanilla y salimos a explorar la ciudad. En la Plaza Vieja los edificios eran imponentes y tenían grandes arcos en sus fachadas, con vidrieras de colores sobre puertas y ventanas. el barroco convivía con detalles art noveau
Había fachadas pintadas de
amarillo y azul. En una esquina estaba el Palacio Cueto, decían que de estilo
gaudiniano, en proceso de restauración. En otro edificio cercano había una
escuela y los niños hacían ejercicio y correteaban por la plaza.
En la Plaza de
Armas había un edificio imponente, el Palacio del Segundo Cabo de
1772, que albergaba una librería y el Gabinete de Arqueología. Junto a él
estaba el Castillo de la Real Fuerza del s.XVI, una de las fortalezas
más antiguas de toda América, con un patio con cañones y un gran foso de aguas
verdes. Vimos el Templete donde se celebró la primera misa, bajo una ceiba. La
plaza era un mercado de libros de segunda mano.
Continuamos por la calle peatonal del Obispo, con galerías de artes, comercios y bares musicales. En una esquina estaba el mítico Hotel Ambos Mundos, que fue refugio de Hemingway. Estaba restaurado en rosa, y con piano bar, la música se escuchaba desde la calle.
Otra de las calles peatonales adoquinadas era Mercaderes, con museos, tiendas y restaurantes con bonitos patios interiores. Y otro hotel histórico era el Hotel Inglaterra, de fachada blanca. Cerca estaba el Bar Floridita, donde el escritor tomó sus tragos, y la Bodeguita del Medio, con mucho ambiente. La Habana tenía muchos bares y restaurantes con solera y rincones para descubrir.
La Plaza de la
Catedral, presidida por la Catedral de San Cristóbal del s.XVIII. Era
asimétrica, con dos torres desiguales, de estilo barroco y de interior clásico,
con copias de cuadros de Murillo y Rubens. Subimos a la torre para
contemplar las vistas panorámicas de La Habana. Tejadillos de rojas tejas,
agujas de iglesias y cúpulas, y la figura del Capitolio emergiendo entre los
edificios. El Capitolio Nacional se construyó por el boom del azúcar
tras la II Guerra Mundial y era similar al de Washington, pero más alto y rico
en detalles.
Cerca estaba el Gran
Teatro de la Habana, que fue el Centro Gallego, un edificio
espléndido y de dimensiones colosales, con torres coronadas por estatuas. El
Museo Nacional de Bellas Artes, que fue el Centro Asturiano en su origen, era
de estilo barroco y piedra blanca, y también impresionante. Los emigrantes construyeron
fuera de su tierra edificios magníficos.
Frente al Teatro esperaban una colección de coches antiguos deslumbrantes. Eran modelos americanos de
Chevrolet, Ford, Dodge, Plymoyh, Pontiac…La mayoría eran descapotables y de colores
rojo, rosa, azul o naranja. Se utilizaban de taxi para los turistas. Ver aquellos
estilizados y coloridos descapotables en las viejas calles de La Habana era un
espectáculo de película.
Otro día
recorrimos el barrio residencial El Vedado, y el barrio Chino. La
ciudad tenía muchos otros museos y muchos eran gratuitos: el de Arte Colonial,
ubicado en el bonito Palacio de los Condes de Bayona, el del Ron Bacardí, el Numismático,
la Casa Guayasimín, el Museo de Méjico, la Casa Obrapía, donde vivió el escritor
Alejo Carpentier o la Casa África.
Y en los atardeceres paseamos por El Malecón, el mítico paseo marítimo de 8km de largo, el punto de encuentro tradicional de los cubanos. Al atardecer coincidían pescadores de caña, familias, parejas y grupos de amigos, paseantes contemplando el Atlántico. Empezamos el recorrido desde el Castillo de San Salvador de la Punta hasta la Embajada Americana.
El mar estaba tranquilo y pequeñas olas rompían contra el cemento
desgastado de la parte baja del malecón. El paseo era tal y como habíamos visto
tantas veces en fotos, sin árboles, flanqueado por fachadas con porches
de colores pastel bastante desgastadas, que miraban al mar.