sábado, 10 de noviembre de 1990

EL TEMPLO BUDISTA BOROBUDUR



En la isla de Java fuimos desde Jogyakarta a visitar Borobudur y Dieng Plateau. Borobudur era el monumento budista más grande del mundo, santuario y lugar de peregrinación budista. y una de las siete maravillas del mundo. Declarado Patrimonio de la Humanidad. 

Un templo exótico perdido en la jungla tropical entre palmeras y verde vegetación. En la segunda restauración el gobierno indonesio construyó un parque a su alrededor, que despejó el entorno. Borobudur significaba “en lo alto”. Visto desde arriba toma la forma de un mandala budista.​ Tenía seis terrazas cuadradas superpuestas, y tres terrazas circulares, con 504 estatuas de Buda y un montón de escaleras y pasadizos. 




El friso que rodeaba todo el templo tenía bajorrelieves en piedra que se extendían a lo largo de 6km. Representaban escenas de la vida de Buda. Toda la estructura estaba repleta de stupas budistas en forma de campana con estatuas de Buda en su interior, y una gran stupa central de 40m de diámetro. Desde allí arriba la vista era preciosa. Estuvimos sentados a la sombra de la gran stupa un buen rato y luego bajamos las escalerillas del templo.


El templo fue construido entre los años 750 y 850, y abandonado tras el siglo XIV con el ocaso de los reinos budistas e hindúes en Java, y la conversión de la población al Islam.​ La vegetación de la jungla cubrió las piedras hasta que fue redescubierto en 1814 por Thomas Stamford Raffles, gobernador británico de Java.



Después subimos hasta casi 3000m de altura, por una carretera llena de curvas, hasta llegar a Dieng Plateau. Eran un conjunto de templos de piedra, en cuyo interior había pequeñas estancias. Tenían estatuas de apsaras, las deidades femeninas de la mitología hindú, representadas como ninfas danzarinas con los senos desnudos. En 1984 hubo un terremoto en la zona. Con la altura hacía más fresquito y la vegetación era diferente, más parecida a un bosque europeo. Vimos un lago que parecía estar en los Pirineos, con aguas de un azul transparente increíble. 

Cerca del lago había una zona de geyseres, y se formaban pequeñas lagunas de agua hirviendo burbujeante. Despedían un fuerte olor a azufre, y por todas partes se veían humaredas que salían de la tierra. Indonesia era zona volcánica; los volcanes más activos, el Kelut y Merapi, estaban en la isla de Java, y sus erupciones había causado miles de muertos. Pero los volcanes también creaban bellos paisajes, con tierras fértiles, y permanecían largas temporadas dormidos.

 




Viaje y fotos realizados en 1990

domingo, 4 de noviembre de 1990

LAS TUMBAS TORAJAS


Las tumbas tradicionales de los indios torajas de Sulawesi en Indonesia estaban excavadas en las paredes verticales de piedra. Desde Rantepao fuimos hasta Lemo para poder verlas. En el acantilado de roca negra habían excavado una especie de balconcillos, donde colocaban las tallas de madera llamadas tau-tau, que representaban a los fallecidos, vestidos con sus ropas. Desde lejos daba la impresión de que eran personas. 






En un pueblo llamado Catequesu vimos un artesano que se dedicaba a tallar los tau-tau, las fiugras y bustos de madera para los ritos funerarios.



En algunas tumbas colgaban cuerdas para poder acceder a ellas. En Marante vimos más tumbas naturales, hechas aprovechando las grutas que formaban las rocas, con ataúdes de madera amontonados, y cruzamos un puente colgante. En las grutas las calaveras aparecían por todas partes, envueltas en telarañas. Las tumbas de los reyes y de los nobles tenían la forma típica de las casas torajas, pero en pequeño. 


A los niños pequeños que todavía no tenían la dentición completa, les preparaban las tumbas en el tronco de un árbol grande, para que su alma se encarnara en él y siguiera creciendo como un ser vivo. Parecían ventanitas abiertas en el tronco.


Tempus fugit

Viaje y fotos realizados en 1990


jueves, 1 de noviembre de 1990

SULAWESI, CASAS TORAJAS Y FUNERALES


Viajamos a Indonesia en noviembre de 1990, y visitamos cuatro de sus islas: Sulawesi (el nombre indonesio de la isla Célebes), Bali, Java y Lombok. Desde Ujung Pandang, la capital de Sulawesi, fuimos a Rantepao, en el norte de la isla. Queríamos conocer la región Tana Toraja. El paisaje era un valle con arrozales, atravesado por el río Sadan.

Las casas tradicionales de los indios Torajas tenían forma de barco, porque originariamente fueron barcos que vinieron de Indochina y fueron utilizados como vivienda, se mantuvo la tradición de construirlas con aquella forma. Las casas de madera estaban decoradas con grabados con motivos geométricos, en colores negro, rojo, naranja y varios tonos tostados. Además, tenían ornamentos de cuernos y cabezas de ganado. En todas las casas estaba la figura protectora del búfalo, considerado animal sagrado



 

La forma del barco era la misma para viviendas, tumbas y graneros de arroz. No todos los torajas vivían en aquellas casas, solo los más ricos. En Nangala visitamos las hileras de casas torajas que servían de graneros de arroz, y las casas más antiguas conservadas, de trescientos años de antigüedad. 




Asistimos a una ceremonia funeraria en Siguntu, en la que sacrificaron varios búfalos, según el estatus social del fallecido. Se sacrificaban tantos búfalos que el gobierno indonesio tuvo que poner límite, porque muchas familias se arruinaban. Habían construido una estructura de bambú con habitaciones para las familias invitadas. 

Un hombre acuchilló la yugular del búfalo y recogió la sangre en un tubo de bambú, hasta que se desangró. Otros hombres trocearon al búfalo con grandes cuchillos. Luego cocinaron la carne envuelta en hojas de palmera y cocieron la sangre en tubos de bambú, como bocado exquisito que nos ofrecieron. Preferí compartir unos gula-gula (caramelos) con los niños y tomar té.



Se sacrificaban tantos búfalos que el gobierno indonesio tuvo que poner límite, porque muchas familias se arruinaban. Podían pasar meses e incluso años hasta que las familias conseguían el dinero suficiente, y durante ese tiempo el cadáver momificado se quedaba en la casa familiar cuidándolo casi como si estuviese vivole cambiaban la ropa y le hablaban para comentarle lo que pasaba en su ausencia. La mujer del funeral al que asistimos había fallecido hacía diez años. Poder presenciar la ceremonia del funeral fue una experiencia antropológica muy curiosa e interesante. Difícil de olvidar.





Nota: Ujung Pandang pasó a llamarse Makassar a partir de 1999.
Viaje y fotos realizados en 1990