viernes, 23 de agosto de 2024

CATARATAS DE KALÁNDULA

Las Cataratas Kalándula son las segundas cataratas más grandes de África, después de las Cataratas Victoria en Zimbabwe, con una altura de 105m y anchura de 400m. Las formaba el río Lucala y arrastraban mucho caudal de agua, y eso que las vimos en la temporada seca que va de junio a septiembre.

Las cascadas formaban remolinos de espuma blanca y vapor de agua. Estaban rodeadas de verde vegetación. Las vimos desde dos lugares. Desde  la Pousada de Calándula pagamos el acceso de 500 kwanzas (0,5€). Tenian una vista privilegiada del frontal de las cataratas. Todo el entorno era muy frondoso. Unas vistas espectaculares.


La Pousada tenia una piscina infinity desde la que podías ver las cascadas, un lujo. Tenia dos tipos de alojamiento. El mas económico eran las coquetas tiendas instaladas alrededor de la piscina. Nosotros nos alojamos en el pueblo de Calándula, en el Hotel Numina. 


El otro punto para verlas era el Mirador, cercano al pueblo de Calándula. Se veían más cerca que desde la Pousada, y se oía el estruendo de la caída.

Desde el Mirador bajamos caminando hasta el pie de las cataratas para contemplarlas en todo su esplendor y desde diferentes ángulos. Tardamos unos veinticinco minutos en bajar por un terreno rocoso y húmedo. La fuerza y cercanía de las cataratas nos empapó con las miles de microgotas de la caída. Unas cataratas impresionantes, para recordar.


jueves, 22 de agosto de 2024

LUANDA, EL INICIO DEL VIAJE ANGOLEÑO


Luanda, la capital de Angola nos gustó más de lo esperado. El Palacio do Ferro era uno de los edificios más singulares. Era una estructura de hierro con filigranas y una galería circundante, pintado de amarillo intenso y con tejado rojo. Habia una doble escalinata central en la fachada. Se atribuía a la escuela de Eiffel.

Tenía una curiosa historia pues se construyó en París en 1890 para la Exposición Universal. Lo trasladaron en barco hasta Madagascar, pero por un temporal el barco paró en Angola y allí se quedó.


La ciudad conservaba algunos edificios coloniales de la época portuguesa. Destacaba el gran edificio del Banco Nacional de Angola, con una gran cúpula rojiza, porches y pintado de color crema y rosado.


En una colina dominando la ciudad estaba la Fortaleza de Sao Miguel, de piedra dorada. Tenía buenas vistas de Luanda y su gran bahía. La entrada tenía forma de estrella, con murales laterales, y encontramos un grupo de escolares que hacían la visita.

La Fortaleza albergaba un Museo Militar, exhibiendo cañones y otras armas. Había una gran estatua de la angoleña Njinga Mbanda, que en 1622 negoció la paz del reino con Joao Correia de Sousa, el Gobernador de Angola, y se bautizó con el nombre de Ana de Sousa.  Había otras estatuas de Vasco de Gama, Luis de Camoes (el poeta portugués), Agustinho Neto (el padre de la Independencia y primer Presidente de Angola) y otros personajes históricos.




Visitamos el Museo de Antropologia, con una colección de máscaras para rituales de iniciación, de fertilidad, de curanderos y vudú. En otras salas exhibían instrumentos musicales, pipas de madera, lanzas, fusiles, cestería, sandalias de piel de antíĺope, calabazas, peines o una silla con figuras talladas. 


También fue interesante el Museo de la Moneda, que exhibía billetes, una colección de monedas de la época portuguesa y de la Independencia. Lo mas curioso fue un lingote de oro de 12 kg, expuesto en una vitrina con unos orificios para introducir lss manos y levantarlo. No pudimos.

La Marginal era el nombre del paseo marítimo frente a la Bahía de Luanda y el Océano Atlántico. Se veía el sky-line de los rascacielos de la zona moderna de la ciudad. En el paseo estaban las típicas letras "Eu love Luanda". Viajamos por Angola de forma independiente, y aunque solemos ir solos Javier y yo, en esta ocasión fuimos con nuestros amigos Francisco y Merche, y Antonio y Trini, buena compañía. Unas chicas modernas paseaban por allí y accedieron a que las fotografiáramos. Angola nos recibía con sonrisas. Nuestro viaje acababa de empezar. 


sábado, 1 de junio de 2024

LA HISTÓRICA LAHORE

Lahore fue nuestra última etapa en el viaje por Pakistán. El Fuerte Lahore era un complejo real de la era mogol, con 21 estructuras. Fue demolido, reconstruido y restaurado varias veces y fue el emperador Akhbar quien le dio su aspecto actual en 1556. Declarado Patrimonio de la Humanidad, junto con los Jardines de Shalimar. 

La majestuosa Puerta Alamgiri, de piedra blanca, flanqueada por dos torreones semicirculares coronados por cúpulas. Era muy peculiar y bella. Por ella entraban los miembros de la realeza a lomos de los elefantes Había otra puerta de entrada, donde estaban las taquillas, al estilo de Samarcanda, con mosaicos esmaltados.

El recinto interior tenía varias edificaciones entre jardines. Vimos la cárcel, con camastro de piedra y letrinas, las cocinas reales y los barracones británicos. 

El Sheesh Mahal era el Palacio de los Espejos, construido para la Emperatriz y su corte. Estaba decorado con espejos incrustados en el estucado de la pared, bastante deteriorados, pero era fácil imaginarlo en todo su esplendor.


Al lado estaba el Museo con una sala dedicada a pinturas y otra a las armas, con dagas orientales y fusiles británicos. Cerca estaba el llamado Quadrangulo de Jaganhir, el emperador mogol del s. XVII. Era un pabellón abierto con decenas de columnas y arcos, y suelos de mármol.


La Mezquita Badshahi era un ejemplo de la arquitectura mogol. Fue construida en 1674 en piedra arenisca rojiza. Tenía cuatro minaretes grandes, dos más pequeños y tres cúpulas de mármol centrales. 

Era una de las mezquitas más grandes del mundo, su patio podía acoger a más de 100.000 fieles. Al entrar había que descalzarse, cruzamos el patio con calcetines por las esteras y aún asi el suelo quemaba. Dentro se caminaba mejor por los suelos de mármol y nos refrescamos con el agua de los grifos para abluciones.



El interior estaba decorado con relieves de piedra, estucos e incrustaciones de mármol. Era preciosa con arcos de bóveda pintados con motivos florales. Algunos fieles dormitaban en los suelos frescos, como habíamos visto en otras mezquitas. Un buen lugar para descansar del ajetreo de Lahore. 

Después de recorrerla nosotros también nos sentamos en un rincón discreto y contemplamos la oración de los hombres escuchando el canto del muecín.




Los Jardines de Shalimar se construyeron en el s. XVII por el emperador musulmán Sha Jahan de la dinastía mogol, en honor de su esposa favorita, como el Taj Mahal en India. Eran tres terrazas escalonadas con pabellones, canales y estanques, rodeados de árboles. Los pabellones eran de mármol blanco, y había quioscos o glorietas de madera con columnas. Se reflejaban en el agua verdosa de los estanques. En los estanques asomaban surtidores en forma de capullo de flor. Era un conjunto estético y agradable para pasear y aliviar los calores de la ciudad.


Lahore conservaba algunas havelis, las mansiones tradicionales que también se encontraban en India, Nepal y Bangladesh, con cierta importancia histórica y arquitectónica. Se popularizaron bajo el imperio mogol. Fuimos paseando por los bazares hasta llegar a la Haveli Nau Nihal Singh, representativa del periodo Sij en Lahore. Estaba en una plaza con otra haveli pintada de rojo. Mientras mirábamos la fachada vimos un hombre en el balcón. Bajó y nos invitó a ver su casa, nos presentó a su familia y nos ofreció agua fresca y charla. Otro ejemplo de la amabilidad pakistaní.



La ciudad tenia otros bonitos edificios históricos, como el antiguo Mercado Toĺlinton, la General Post Office (GPO), la Corte, la Iglesia Catedral de la Resurrección o el Museo de Lahore, mezcla de arquitectura indo-británica. Lahore nos gustó mucho y fue nuestra despedida del viaje por Pakistán.