jueves, 1 de noviembre de 2001

EL LAGO CAMBOYANO TONLE SAP

 

El trayecto fluvial de Siem Reap a Battambang fue espectacular. En el puerto había varias barcazas cubiertas que servían de tienda flotante, y ofrecían pescado y variedades de frutas: plátanos, piñas, papayas y mangos. A las siete de la mañana subimos por una pasarela de madera y embarcamos en el speed-boat. 

Nos instalamos en el techo del barco para ver mejor el paisaje. Primero atravesamos el inmenso lago Tonle Sap, con 160km de longitud y 20km de anchura. En muchos tramos no se veía la otra orilla, o sólo se distinguía una fina franja de vegetación verde.


Navegamos por las aguas color café con leche del río Sangker, que arrastraba islotes de jacintos de agua y otras plantas verdes. Había muchos árboles medio cubiertos por las crecidas y repletos de densa hojarasca. Al estrecharse el río aparecieron más árboles y palmeras. En el lago había algo de oleaje, pero al adentrarnos en el río Sangker el agua estaba lisa e inmóvil como un espejo. Solo cuando pasaba otra embarcación cerca, la superficie se ondulaba y el barquero disminuía la velocidad. Pasamos por estrechos canales con manglares y zonas pantanosas. 

Durante mucho rato solo vimos agua y verde. Luego fuimos encontrando en las orillas palafitos, las casas de madera construidas sobre pilotes. En la parte exterior de algunas casas se veían grandes tinajas de barro, para almacenar el agua de lluvia. 

Desde las puertas o las ventanas niños y adultos nos sonreían y saludaban con la mano. Grupos de niños se lanzaban al río desde las ramas para bañarse entre risas. Pasamos junto a pescadores que marcaban el perímetro de sus redes con botellas de plástico flotantes, para que las barcas las rodearan sin enredarse en ellas. 


Las casas, a veces, estaban construidas en estrechas lenguas de tierra, rodeadas de agua por todas partes. En ese mínimo terreno vimos algunas vacas blancas comiendo lo que encontraban. Mucha gente vivía en las barcazas cubiertas con un toldo abovedado. Allí vimos como cocinaban, lavaban y tendían la ropa. Tenían esteras para dormir. Eso era vivir en el agua. Lo peor debía ser la lluvia, el repiqueteo y la humedad constante, y la amenaza de crecidas e inundaciones. Un hogar frágil y precario. Madera y barro, agua y lluvia. Todo en un marco de naturaleza verde y frondosa.






Viaje y fotos realizadas en 2001

martes, 23 de octubre de 2001

MERCADOS VIETNAMITAS




Los mercados vietnamitas son curiosos y muy coloridos. La mayoría de vendedoras y compradoras son mujeres y se acumulan sus sombreros cónicos tradicionales. 

Los mercados flotantes con las mercancías transportadas en barcas son espectaculares. Pero también son interesantes los mercados de las poblaciones interiores. Tuve oportunidad de recorrer y curiosear los mercados de Ho Chi Minh, Dalat, Nha Trang, Hué, Hanoi o los del Delta del Mekong. 




Los puestos vendían frutas: mangos, papayas, piñas y especialmente plátanos. Había puestos de hortalizas (pepinos, pimientos, coles), melones, flores, caña de azúcar. También había la sección de gallos y gallinas vivas, encerradas en jaulas de mimbre.




Otros puestos callejeros venden las clásicas baguettes, las barras de pan herencia del colonialismo francés. 

Todos nos ofrecían sus sonrisas. Algunas abuelas tenían sus bocas enrojecidas por mascar la nuez de betel, de efecto ligeramente estimulante.









Viaje y fotos realizados en 1993 y 2001

miércoles, 17 de octubre de 2001

PALACIOS DE PHNOM PENH


Phnom Penh, la capital de Camboya, nos pareció una de las capitales más bonitas del Sudeste Asiático. Además, estaba a orillas del río Mekong. Uno de sus mayores atractivos era el Palacio Real, ubicado en un gran recinto. Era un conjunto de pabellones orientales y pagodas, entre jardines. Estaban pintados de color blanco y ocre, con tejados amarillo intenso. La parte de residencia real permanecía cerrada al público. 

Uno de los pabellones había sido donado por Napoleón III, y exponía algunos cuadros del rey Sihanouk y su familia. Lo más espectacular era el Hall del Trono y la Pagoda de Plata. En el Hall del Trono el rey recibía a los diplomáticos extranjeros entre lujo asiático. Tenía el suelo embaldosado con dibujos, alfombras rojas, lámparas de araña de cristal, vitrinas con exposición de regalos y el enorme trono de oro presidiendo el salón. No costaba imaginarse las lujosas recepciones de principios de siglo pasado.



La Pagoda de Plata recibía ese nombre porque su suelo era de baldosas de plata maciza, de 1kg cada una. Además, tenían un dibujo de filigrana grabado. Pisábamos por encima de él, sobre una alfombra roja. Suelo de plata, eso sí que era regio. En la Pagoda había un Buda Esmeralda de un verde traslúcido. En los laterales varias vitrinas exponían cientos de plata y bronce, de todos los tamaños, y el Buda del Futuro, hecho de oro. 

Alrededor de la Pagoda había murales de 1900. Los frescos eran preciosas miniaturas que representaban celebraciones con elefantes y caballos, pagodas, escenas bíblicas y escenas mitológicas del Ramayana.  







El Museo Nacional estaba ubicado en un bonito edificio rojo terracota, con tejadillos similares a los del Palacio Real. Dos leones de piedra custodiaban la escalinata de entrada, junto a la cabeza de un elefante en el jardín exterior. El edificio era de principios del s. XIX, y constaba de varios pabellones, con un jardín central con estanques con flores de loto. 

En el museo había una gran exposición de estatuas y estatuillas de piedra, bajorrelieves alfarería y algunas joya y ropas encontradas. Había estatuas decapitadas, con manos, brazos o pies mutilados, y las mismas piezas expuestas por separado. Como curiosidades vimos la cabina de madera de un barco y palanquines reales. 



Fuimos caminando hasta la colina donde estaba el Templo Wat Phonm (Pagoda de la Montaña). Una escalinata de piedra, labrada con la serpiente Naga, conducía hasta él. Leímos que muchos camboyanos acudían a rezar para tener buena suerte en los exámenes o los negocios. 

Phnom Penh tenía muchos otros atractivos y lugares de interés: pagodas y templos budistas, el mercado Psar Tuol Tom Pong, el lago con sus palafitos, la Mezquita Al-Serkal, un regalo de la familia Al-Serkal de los Emiratos Árabes Unidos (de ahí su nombre), la antigua prisión Tuol Sleng, reconvertida en museo del genocidio, y sobre todo sus gentes y sus calles llenas de bicicletas y de vida.  






Viaje y fotos realizados en 2001