Antes de verlas, oímos el rugir del agua y aparecieron con todo su esplendor. Las Cataratas del Nilo Azul. arrastraban un gran caudal de agua por la pared de una garganta. Caía con fuerza y a borbotones, a una altura de entre 37m y 45m. En algunos tramos se veía espumosa y blanca, y en otros de color chocolate del lodo que arrastraban. Todo el entorno era vegetación verde.
Para llegar cogimos un autobús en Bahir Dar hasta Tis Abay, donde estaban las Cataratas del Nilo Azul, consideradas unas de las más importantes de África. Estaba a 30km y fue un trayecto corto de una hora, amenizado por decenas de moscas que costaba espantar. El bus nos dejó al pie de un camino que subía por la montaña. En la Oficina de Turismo nos habían indicado que había que seguir el camino siempre a la izquierda.
El sendero estaba muy concurrido, con gente que iba al mercado con sus fardos y sus burros cargados. Algunas mujeres transportaban grandes haces de leña sobre la cabeza. Todo el rato teníamos que apartarnos para dejar paso a los burros. Atravesamos el puente portugués de Tis Issat, el primer puente de piedra de Etiopía.
Recorrimos todo el camino lateral hasta cruzar el río por un vado, donde nos llegaba el agua hasta las rodillas. Por ahí cruzaban los que iban al mercado. Unos niños quisieron acompañarnos. Luego andamos el camino por el otro lado. Andamos, andamos y andamos. Seis horas de caminata viendo las cataratas desde todas las perspectivas y todos los ángulos posibles. Nos embarramos los pantalones hasta arriba. Barro del Nilo Azul. Las cataratas lo merecían. Eran impresionantes y espectaculares!
Nota: Vimos las cataratas en octubre de 1998, cuando viajamos a Etiopía. Posteriormente construyeron una central hidroeléctrica, que disminuyó su caudal.