miércoles, 6 de noviembre de 2024

EMIRATO ABU DHABI

 

En el viaje por los Emiratos Árabes Unidos teníamos curiosidad por conocer los siete emiratos que lo formaban, y ver la parte moderna y la parte tradicional del país, tal como era antes del boom del petróleo. Empezamos por el emirato de Abu Dhabi. 

En el Aeropuerto nos informamos sobre el autobús gratuito de Abu Dhabi Experience, pero habían pocos y no nos convenía el horario. Así que compramos el pase Hafilat, recargable para usar en transportes. Fuimos directos desde el aeropuerto hasta la Mezquita Sheik Zayed. En la mezquita había guardaequipajes gratuito. Al llegar nos registramos en unas tablets y obtuvimos el código QR para el acceso. Seguimos el código de vestimenta, abaya y pañuelo en la cabeza.

La Gran Mezquita Sheik Zayed era una maravilla. Blanca, de arquitectura tradicional con más de 80 cúpulas de mármol, cuatro minaretes de 106m de altura y 1000 pilares. Una obra maestra de la arquitectura y el diseño islámico. El recinto era enorme, rodeado de jardines y estanques. Era la Mezquita más grande del país y una de las de más capacidad del mundo, en el gigantesco patio cabía 30.000 fieles, y el interior podía albergar 2500 fieles a la vez.



Entramos por una gran arcada blanca, con hileras de pilares coronados por capiteles dorados. Las más de 80 cúpulas asomaban por todas partes, y todos los ángulos eran fotogénicos. Rodeamos el patio y sus arcadas. En las paredes de la mezquita había zonas de mosaicos esmaltados con dibujos florales, y con fuentes públicas. La antesala a la sala de oraciones tenía paredes decoradas con motivos florales y bonitas puertas con vidrieras 





La sala de oraciones era espectacular, con tres grandes lámparas colgantes con cristales de colores. La alfombra era la más grande del mundo, hecha en Irán, medía más de 5000m, pesaba 35 toneladas y contenía unos 2.6 millones de nudos. Trabajaron para elaborarla 1200 artesanos durante dos años. Una mezquita bellísima.

Al día siguiente fuimos a las Etihad Towers, dos rascacielos de cristal y acero de 300m de altura, frente al mar. Allí estaba el Observation Dek at 300, un mirador en la planta 74. El ascensor subió rápido. Abu Dhabi era una zona de islas, incluso tenía manglares. Las vistas de las islas de Abu Dhabi, los rascacielos, y La Corniche con el mar azul del Golfo Pérsico eran magníficas. Se veían los canales de agua y las lenguas de arena. 



El Palacio de Qasar Al Watan nos impresionó, era una maravilla. De granito blanco y piedra caliza con múltiples cúpulas, entre jardines con palmeras. Tras pagar la entrada, un autobús nos llevó a la entrada, porque había distancia. El interior nos deslumbró. Techos altísimos con arcos y bóvedas, columnas, vidrieras y mosaicos, con ornamentos y revestimientos de oro. Era el Palacio Presidencial, construido para las visitas oficiales, banquetes y cumbres de países.



Tenía múltiples salas, en una se exhibían los regalos oficiales de distintos países, entre ellos España. Otra sala era la Biblioteca, con más de 50.000 libros. La Sala de Recepción tenía una lámpara de araña tan grande que se tuvo que ensamblar dentro de la sala, pesaba 12 toneladas y se colgaba en un solo punto. 

En otra sala destacaba la Escultura Poder de las Palabras, una estructura ovoidal dorada, hecha con caracteres árabes. Era una de las tres esculturas del artista Mattar Bin Lahej, que transformó en arte las palabras del padre fundador de los Emiratos Árabes Unidos, Sheikh Zayed: “La riqueza no es dinero ni petróleo; la riqueza está en las personas y de nada vale si no se dedica a servir a las personas”.


Otra construcción impresionante era el hotel Emirates Palace Mandarin Oriental. Un auténtico Palacio oriental de arenisca rojiza, con 114 cúpulas y una cúpula central, con mosaicos, torreones, ventanas arqueadas en varias alturas, y rodeado de jardines con palmeras y fuentes. Tenía un gran Arco del Triunfo de entrada, que solo se abría para la realeza y personalidades. Subimos por una escalinata bordeada de fuentes. 




El interior continuaba siendo la expresión del lujo superlativo. Suelos de mármol con dibujos geométricos, vidrieras, paredes decoradas con motivos florales, pasillos con palmeras artificiales, dorados, escalinatas, estanques interiores, lámparas de araña con cristales de Swaroski y el Teatro más grande de los Emiratos, donde se representaban obras de ballets rusos, concierto de la orquesta árabe o espectáculos. La cúpula central, llamada Gran Atrio, era más alta que la cúpula de la Basílica de San Pedro de Roma. Nos impresionó por su lujo árabe y su belleza. 



El Fuerte Al Hosn era el edificio de piedra más antiguo de la ciudad, del s. XVIII, rodeado de rascacielos. Estaba restaurado, tenía varios torreones redondos y cuadrados. No pudimos ver el interior porque estaba cerrado hasta la tarde al ser viernes.

 

La Heritage Village era una reconstrucción de una aldea emiratí tradicional, con casas de adobe liso, entre jardines y palmeras. Era agradable para pasear y estaba junto al mar del Golfo Pérsico, de aguas azul verdosas. La aldea tenía pequeños talleres de artesanos: alfarería, metales, carpintería, o textiles. También exhibían joyas de platas o monedas. 

Las mujeres con las abayas negras paseaban entre las casas, y los hombres con sus túnicas blancas le daban ambiente. Había una playa preciosa, frente al sky-line de Abu Dhabi, pero estaba prohibido bañarse allí. Valía la pena ir a la aldea por la playa y las vistas. Por la noche disfrutamos con la iluminación de La Corniche y otros rincones de Abu Dhabi.






lunes, 4 de noviembre de 2024

EL DESIERTO DE WADI RUM

El desierto de Wadi Rum era una maravilla natural, declarado Patrimonio de la Humanidad. Llegamos al Visitor's Center, junto al pequeño pueblo de Rum, y pagamos 7 dinares de entrada. Un beduino llamado Abdul nos explicó las opciones de excursión y elegimos la más completa, pasando una noche en el desierto. Fuimos en un Toyota pick-up, y nos montamos en la parte trasera con toldo. 

El paisaje era espectacular. Nos rodeaban grandes montañas rocosas. Primero vimos el Lawrence's Spring, un manantial de agua ubicado en una empinada ladera. Había abrevaderos donde bebia un rebaño de cabras.

Seguimos por las Dunas Rojas, una zona de dunas de unos 20m de altura y de color rojo anaranjado intenso. Subimos por la duna para contemplar las vistas del desierto y las montañas rocosas de alrededor. En la arena se veían pequeñas huellas de animales: lagartijas, escarabajos y algún zorro.


Luego fuimos al Jebel Khazali, un estrecho cañón con sus paredes llenas de petroglifos, grabados tamúdicos (los habitantes de la zona anteriores a los nabateos). Había figuras humanas con las extremidades anormalmente largas, animales , huellas de pies, inscripciones...

Paramos en la Lawrence'House, las ruinas de la supuesta casa del famoso coronel. Poco quedaba, pero las vistas eran magníficas.




Otra parada fue uno de los tres puentes de roca de Wadi Rum, el Umm Fruth Rock Bridge. Un arco natural formado en la roca por la erosión. Subimos hasta arriba para contemplar las vistas.

El Puente Burdah era espectacular, nos pareció el más bonito de los tres. Una gran obertura formada por el arco. La subida fue más difícil que la del primer puente, porque era una roca redondeada y había que subir a gatas, agarrándose a las oquedades de la roca. Lo conseguimos, las vistas lo merecían. Bajamos sentados para no resbalar con la arena.


Seguimos la ruta contemplando la belleza de los paisajes, con formaciones rocosas, con las paredes erosionadas por los regueros de agua, formando canales y oquedades.

Encontramos grupos de corredores y algunos aislados. Era una maratón del desierto internacional, con 425 participantes. Duraba cuatro días. Abdul nos dijo que el primero hacían 45 km  el segundo 65km  el tercero descansaban y el cuarto día hacían 35km. Agotador, por el recorrido y el calor. Los saludamos y animamos.




Comimos a los pies de un peñasco rocoso, a la entrada de un cañón. Abdul colocó una manta en la arena, hizo fuego para el té y preparó un picnic con pan árabe, atún, tomate, pepino, quesitos y un dulce.

Continuamos viendo las llamadas Rocas mushrooms, unas formaciones parecidas a champiñones gigantescos, bastante llamativas. 

Paramos en el Cañón Burrah. Abdul nos dejó en una de las entradas y caminamos una media hora entre las altas paredes rocosas. El suelo era un lecho arenoso, y en un tramo descendía con rocas acumuladas.  

Como final subimos a una colina a contemplar la puesta de sol. El disco naranja se ocultó tras las montañas. Nos alojamos en jaimas de campamento beduino, junto a las montañas rocosas. Nuestra jaima tenia cama grande y era muy espaciosa. 

La cena fue en un gran comedor adosado a la pared de roca. Las oquedades servían de decoración. Había alfombras, kilims y cojines alrededor de una bonita chimenea. Éramos diez huéspedes: dos australianos, un japonés, dos chinas, una holandesa, tres estadounidenses y nosotros.


Los beduinos cocinaron la cena en un horno excavado en la arena varias horas. Cenamos estupendamente el pollo con calabacines, zanahoria y patatas. Luego contemplamos el cielo estrellado y entablamos tertulia alrededor del fuego de la chimenea.

sábado, 2 de noviembre de 2024

CASTILLOS OMEYAS DE JORDANIA


Desde Amán hicimos la ruta circular de los Castillos Omeyas. Visitamos tres castillos históricos: Al Haŕrana, Amra y Azqar. Solo había transporte público hasta Azqar, pero como era viernes festivo para los musulmanes, no había bus. Así que pactamos precio con un taxista.

El Qsar Al Harrana (o Kharana) era una imponente estructura de piedra dorada y muros gruesos en medio del desierto. Tenía apariencia de posada para viajeros, los llamados khan en la época. Leímos que pudo ser lugar de reunión para la élite de Damasco y los beduinos de la zona.

Tenía dos plantas que recorrimos, con patio, 60 estancias alrededor y dos torres circulares defensivas. Había salas con apariencia de Capilla y rosetones de piedra con la flor de lys labrada.



El Qusayr Amra era Patrimonio de la Humanidad. Su estructura era peculiar, con bóvedas de piedra dorada. Fue parte de un complejo que englobaba un caravasar, unos baños y un pabellón de caza, según leímos.



El tesoro del Castillo de Amra estaba en el interior: unos frescos del s. VIII que nos sorprendieron. Uno de ellos representaba oficios: carpintero, camellero, herrero, picapedrero...Había escenas de vino, mujeres y fiesta. En la Sala de Audiencias había frescos con mujeres pintadas en los arcos con los senos desnudos y ropajes, sosteniendo cuencos de comida o dinero. Un hombre tocaba un instrumento, tipo laúd y otra mujer bailaba. 

También había una escena del sacrificio, luchadores, querubines, bailarines desnudos, una mujer bañándose como una ninfa. Curiosos para un país islámico que prohibía la representación de figuras humanas.

 



El Qsar Al Azraq fue la base de T.E. Lawrence y Sharif Hussein bin Alí durante la Revuelta Árabe contra los otomanos. Se accedía por un torreón con portones de piedra que pesaban una tonelada.

Al entrar encontrabas un patio con una mezquita central, sin cúpula ni minarete. Tuvo tres pisos y vistas al oasis de Azraq. La habitación de Lawrence estaba sobre la entrada, espaciosa y con saeteras defensivas. El resto eran ruinas de cocina, comedor, almacenes y establos. Subimos y bajamos escaleras y curioseamos por todo el recinto histórico.